ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Otra vez, el caos social buscado y organizado por Estados Unidos y la comunidad internacional sirve de excusa para una nueva ocupación. Foto: AP

Haití vuelve a sumirse en el caos interno y las pandillas urbanas amenazan con una nueva ola de violencia. Es que el Consejo Presidencial de Transición (CPT) decidió destituir al primer ministro, Garry Conille, con el que mantenía un conflicto político.

El CPT es un órgano colegiado que ocupa la jefatura del Estado desde abril de este año, y está previsto que entregue el poder a un nuevo Presidente, en febrero de 2026. Para ello, debería haber elecciones el año que viene, si las condiciones lo permiten. El CPT está compuesto por siete miembros plenos y dos miembros observadores, de partidos políticos, organizaciones sociales y la sociedad civil en general.

El propio CPT había designado a Conille como primer ministro en junio pasado, pero ahora lo destituyeron y nombraron en su lugar al empresario Alix Didier Fils-Aimé, expresidente de la Cámara de Comercio e Industria haitiana.

Sin embargo, Conille denuncia que el CPT tiene potestad de nombrar un Primer Ministro, pero no de destituirlo. Esta nueva crisis de institucionalidad se da en medio de amenazas del líder de las pandillas que dominan amplias zonas del país. Jimmy «Barbecue» Chérizier, un exjefe de policía, devenido pistolero, maneja un grupo de pandillas llamado Vivre Ensemble (Vivir Juntos), y en un video viral amenazó: «La batalla va a recomenzar».

Desde principios de este año, se calcula que hubo en Haití más de 3 500 asesinatos, mil secuestros y casi un millón de desplazados. En el medio, justo en junio y contemporáneamente con la designación de Conille como primer ministro, llegaron a Haití los primeros miembros de una nueva fuerza de ocupación llamada de Apoyo Multinacional a la Seguridad. Son, principalmente, soldados de Kenia, acusados en su país de violaciones a los Derechos Humanos. Los acompañan otros de Benin, Chad, Jamaica, Barbados, Bahamas y Bangladesh.

Es una reversión de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), cascos azules que entre 2004 y 2017, nunca solucionaron nada, antes bien, empeoraron las cosas.

Otra vez, el caos social buscado y organizado por Estados Unidos y la comunidad internacional sirve de excusa para una nueva ocupación, supuestamente, para preservar la «tranquilidad», pero en realidad es para evitar una verdadera revuelta de características populares.

 

220 AÑOS DE ESTIGMATIZACIÓN

Así, a 220 años de su independencia, Haití vuelve a ser un país ocupado. Fue la primera nación de América Latina en independizarse, en 1804 y, además, el único pueblo en la historia de la humanidad en llevar a buen término una revolución antiesclavista.

Eso era un mal ejemplo para las potencias imperialistas de la época, sobre todo para EE. UU. que mantenía la esclavitud y estaba en pleno proceso de expandirse a expensas de los pueblos originarios.

Por consiguiente, el miedo a otras rebeliones negras e indígenas hizo que se demonizara y castigara a Haití. Se llegó al punto de exigirle al pueblo liberado el pago de una indemnización al opresor, Francia. Fue un monto equivalente a unos 20 000 millones de dólares de hoy, lo que entorpeció, desde el inicio, el proceso de organización y desarrollo.

Esto se explica porque Haití es un país con gran importancia geopolítica. Está en medio del Caribe, el considerado Mare Nostrum o Patio trasero estadounidense. Y al lado de Cuba, el gran objetivo de la Casa Blanca desde siempre.

En el siglo xx, Estados Unidos invadió Haití en 1915 y mantuvo ocupado el país durante 19 años. Luego vinieron las sangrientas dictaduras de los Duvalier. Y ya en el siglo xxi, las ocupaciones internacionales.

Detrás de estas estrategias de ocupación están el mismo racismo de siempre y un neocolonialismo contra el pueblo haitiano. Eso también explica la clara estrategia de dejar que avanzara, en los últimos tiempos, el fenómeno de las pandillas criminales, para apelar a las excusas de siempre que justifiquen una nueva ocupación extranjera.

En resumen, alguien dijo alguna vez que la única verdad es la realidad, y lo que hay que decir, con total claridad, es que Haití no necesita más ocupaciones extranjeras. Haití no necesita que «la comunidad internacional» mande más soldados. Lo que necesita Haití es lo que hace Cuba, que desde hace décadas manda médicos, maestros e ingenieros… 

 

*Colaborador argentino.

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Mar dijo:

1

15 de noviembre de 2024

10:58:25


Haití, Cuba, Venezuela, Nicaragua. Faros de América. México también con toda la violencia que alberga no le niega el paso a las caravanas de inmigrantes de los pueblos de las grandes revoluciones en América