«Esto ha sido una película de ciencia ficción», indicaron los colegas desde Beirut cuando cientos de bombas comenzaron a estallar en beepers y walkie-talkies.
Las lecturas de las notas de prensa no dejaban entrever el horror real del ataque. Decenas de muertos, cientos de heridos, muchos de ellos en los ojos, era el saldo de una operación terrorista electrónica, sincronizada y muy bien concebida. Explosivos ubicados en el interior de equipos de comunicación terminarían explotando en las manos de sus usuarios. Cuatro segundos entre el sonido, la activación de la bomba y la detonación. Un día los beepers, al siguiente los walkie-talkies.
Ese era apenas el comienzo de una operación militar que Israel empuja ahora por vía terrestre y que cínicamente cataloga como «limitada», con el propósito de atacar objetivos de Hezbolá, el movimiento de resistencia libanés.
Sin embargo, los números desmienten la narrativa sionista. Los conteos oficiales refieren cerca de 2 000 personas muertas y más de 9 000 heridas en el Líbano, como consecuencia de los persistentes bombardeos israelíes contra Beirut, localidades del sur y del Valle de la Bekaa, en el noreste del país.
Como parte de su armamento, Israel emplea bombas prohibidas a nivel internacional, termobáricas o «al vacío», «que convierten a los edificios en polvo, no queda ni un pedazo de columna», documentó en un programa radial venezolano la periodista libanesa, Wafy Ibrahim. Otra fuente precisa que también estallan en los barrios residenciales misiles que contienen fósforo blanco, un componente que penetra «hasta las entrañas de las personas si las toca un fragmento».
Mientras la operación israelí mantiene en vilo a la población del país de los cedros, las notas de prensa revelan también la tensión a que está sometido el ejército sionista. En las últimas jornadas Hezbolá continuó sus operaciones contra las posiciones del ocupante y sus asentamientos en el norte de Palestina, defendiéndose con misiles y de modo coordinado con grupos de soldados en diversas posiciones. Y como para que no queden dudas ha publicado escenas de reconocimiento aéreo de bases israelíes, cuarteles militares e instalaciones vitales en esa zona ocupada, luego de que los cohetes disparados desde Líbano alcanzaran el blanco previsto. Israel ha admitido que es «quizás el ataque más violento desde el comienzo de la guerra».
Al Mayadeen ha informado que la resistencia en el Líbano, en solidaridad con el pueblo palestino de Gaza, como una respuesta directa a las acciones militares enemigas, en defensa del país y de sus civiles, llevó a cabo un ataque selectivo con drones contra la base militar israelí 7200, situada al sur de Haifa. Un escuadrón de drones de asalto alcanzó con éxito los objetivos previstos con precisión.
Analistas que siguen de cerca el curso de los acontecimientos consideran que aumenta la capacidad de Hezbolá para absorber los recientes golpes de seguridad israelíes, sobre todo tras la decisión de Tel Aviv de adentrarse en Líbano con una ofensiva terrestre que ya contabiliza entre las filas ocupantes 35 soldados muertos y más de 200 heridos.
Pese a que Israel ha intentado durante los últimos meses, con el apoyo coordinado de Estados Unidos y algunos países árabes, impactar en esa nación, Hezbolá podría resistir.
El investigador palestino Muhammad Jaradat toma en cuenta en sus análisis de la zona de conflicto la rápida superación de las múltiples crisis que lo golpearon a la vez, capaces de destruir cualquier otra organización si no contara con una ideología firme, un respaldo psicológico sólido, un amplio apoyo social y un eje político resistente, así como la experiencia previa en este tipo de combates, la posesión de medios eficaces y líneas de abastecimiento seguras, y un terreno familiar preparado durante décadas para este escenario.
Del otro lado de la frontera, en territorio palestino, los constantes bombardeos de Israel siguen sumando víctimas. Tras el primer año de enfrentamientos, el conteo del Ministerio de Salud de la Franja de Gaza arroja 41 800 personas muertas, en su mayoría mujeres y niños.
«Estos son los misiles», grita ante la cámara de un celular un padre que sostiene el cadáver de su hija. El video circula ahora en las redes sociales, a la vista de quien quiera saber cuál es el saldo real de una guerra que no por emplear las más modernas tecnologías, duele menos.


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