CARACAS, Venezuela.–Con el rostro visiblemente inflamado por la golpiza, los pómulos enrojecidos, politraumatismo en el hombro y el brazo derechos y varias fracturas en el tobillo de ese mismo lado, no vacila al decir que él y sus compañeros están «para proteger y defender este pueblo, hasta perder la vida, si fuese necesario».
Anderson Duque pertenece al SM3 de la Guardia Nacional Bolivariana. Su actual estado de salud se debe a que, en una de las primeras jornadas tras las elecciones del 28 de julio, fue a «atender una alteración del orden público en la ciudad de Barquisimeto. Había personas de todo tipo: alcoholizadas, en ese momento se veía cómo consumían sustancias sicotrópicas, estaban muy violentos».
Él y los demás efectivos que intentaban contener a los delincuentes fueron atacados también. Aun cuando, asegura, que en su procedimiento en el control público «primero negociamos, hablamos, tratamos de evitar todo tipo de violencia».
Sin embargo, aunque la extrema derecha foránea y del patio se empeñen en decir que se trata de actos apacibles, el guardia afirma –por experiencia propia– que «no fueron manifestaciones pacíficas», porque los comanditos «destruyen cosas», «agreden», «hay heridos de por medio», «no les importa el bienestar de otra persona».
Como este hombre, otros de la estirpe de los venezolanos que «rodilla en tierra» no desisten en el afán de que su país no se autodestruya, han sido blanco de la vorágine violenta provocada por la oposición más reacia.
De acuerdo con el fiscal general de la República, Tarek William Saab, de los 192 heridos en esta etapa, 97 pertenecen a los cuerpos de la seguridad del Estado.
En declaraciones a la prensa internacional, el pasado 9 de agosto, en el Tribunal Supremo de Justicia, el presidente Nicolás Maduro contó las aberraciones a las que han llamado acólitos de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia que, bajo la máscara de la «libertad», intentan deslegitimar la Revolución Bolivariana a golpe de guarimba y caos nacional.
Sobre esa actitud fascista y desarraigada, advirtió que se trata de odio infundido por los mismos que asumen competencias directas del Poder Electoral, para manipular la realidad a su favor. «Se lo inocularon cuando Pedro Carmona Estanga, cuando la candidatura de Capriles, con Guaidó. Y ahorita una parte de la población se dejó inocular otra vez el odio».
Como el enfrentamiento entre venezolanos de a pie no les dio resultado, en el comunicado en el que González Urrutia se autoproclama Presidente, la dupla fascista les pidió a los de uniforme desconocer la autoridad militar y policial y ¿acompañar al pueblo? en su lucha.
María Corina Machado da sus últimas patadas convocando, a través de la red social x, a una «gran protesta por la verdad». Llama a tomar las calles de Venezuela el 17 de agosto. «Gritemos juntos, para que el mundo apoye nuestra victoria y reconozca la verdad y la soberanía popular», dijo.
Por lo pronto, Edmundo González ni siquiera se presentó ante la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia y ni mencionar que jamás entregó los materiales electorales exigidos.
La hipocresía y la doble moral son fundamentales en la dieta diaria de este par. Intentan, de una forma u otra, romper la unión cívico-militar tantas veces reafirmada por los hijos de Bolívar y Chávez.















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