ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En abril de 1961 fue destruida la tienda por departamentos El Encanto, en La Habana, como consecuencia de una acción terrorista organizada y sustentada por la CIA. Foto: Archivo Granma

Sembrar el dolor y la muerte en suelo cubano, segar la vida de personas inocentes para aterrorizar a la población ha sido, junto al bloqueo, el arma más utilizada por Washington para intentar derrotar a la Revolución Cubana.

Si la guerra económica y financiera no socaba los pilares de la nación caribeña, la violencia debe abatir esos cimientos. Esa aberración criminal ha sido la base del accionar contra la Mayor de las Antillas desde enero de 1959, por parte de las sucesivas administraciones que han ocupado la oficina oval de la Casa Blanca.

Quienes acusan a Cuba de patrocinar el terrorismo nunca han titubeado en utilizarlo sin miramientos.

La denuncia realizada, recientemente, por la prensa cubana, pone en entredicho una vez más la capacidad de EE. UU. para maquinar listas y acusar a otros de lo que ellos hacen con impunidad.

La acción del cubano Ardenys García Álvarez, residente en EE. UU., miembro de un grupo contrarrevolucionario que se entrena abiertamente en la Florida, es extremadamente grave.

Como en una especie de retorno al pasado, reeditaron una infiltración clandestina por nuestras costas, para desembarcar armas y municiones, con el fin de cometer actos terroristas.

El plan era «simple», entrar, reclutar mercenarios, espiar, atacar unidades militares para obtener armas y provocar un levantamiento armado.

Los cubanos conocemos bien las consecuencias de estas acciones. Según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, actos terroristas cometidos por el Gobierno de EE. UU. han causado 3 478 víctimas mortales y 2 099 personas con discapacidad en la Isla.

Nuestros archivos históricos guardan la memoria de más de 600 intentos de atentado contra Fidel Castro y otros líderes de la Revolución.

Cómo olvidar, además, los asesinatos de los maestros alfabetizadores Conrado Benítez y Manuel Ascunce y otros niños, jóvenes y campesinos cubanos cometidos por bandas armadas y organizadas por la cia en los años 60.

Vivos en la memoria estarán siempre las víctimas del sabotaje contra la aeronave de Cubana de Aviación en Barbados, el 6 de octubre de 1976; de la introducción de la epidemia de dengue que mató a 101 niños en 1981; y de las bombas colocadas en los hoteles habaneros en los años 90.

El terrorismo contra Cuba no es cosa del pasado. Por el contrario, el discurso de odio ha ido in crescendo en los últimos años. Recordemos los atentados recientes contra la Embajada Cubana en Washington.

El 7 de diciembre de 2023, se publicó en la Gaceta Oficial la Resolución 19/2023 del Ministerio del Interior, con el Listado Nacional de personas y entidades vinculadas al terrorismo contra la Mayor de las Antillas.

En ella aparecen nombres de personas y organizaciones terroristas que, desde 1999, han planeado, ejecutado y conspirado actos de extrema violencia en territorio cubano.

Algunas de estas personas que aparecen en la Resolución están implicadas en la denuncia realizada por la prensa cubana. En cumplimiento de las leyes internacionales, ¿acaso los culpables responderán ante la justicia en EE. UU.?

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