Paradojas de una guerra sin cuartel

Vivimos en un mundo en el que abunda el absurdo, en el que crece la falta de fe y el culto al vacío; en el cual algunos se rinden ante el llamado descarnado del capitalismo al sálvese quien pueda.

Asombra ver cómo personas cercanas asumen una conducta de negación de la realidad, a pesar de que comparten vicisitudes y privaciones, y son víctimas –como sus coterráneos– de una agresión que solo puede calificarse de brutal, urdida por un enemigo externo dispuesto a cruzar todas las líneas.

Esos conciudadanos no solo no reconocen al enemigo, sino que, en un extraño juego mental, aplauden al verdugo y vituperan y escarnecen a la víctima.

Veamos lo que recientemente dijo Vedant Patel, portavoz adjunto del Departamento de Estado, en respuesta a las preguntas que le realizara un periodista, luego de la conferencia de prensa diaria del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Ratificó que la Casa Blanca mantiene a Cuba en la lista ilegítima de Estados patrocinadores del terrorismo, a pesar de haber retirado a la Isla del listado de países que «no cooperan plenamente con los esfuerzos antiterroristas», y argumentó que «puedes ser un cooperador en la lucha contra el terrorismo, pero todavía creemos que hay acciones que se están llevando a cabo para apoyar las actividades terroristas».

Parece un enigma de la Esfinge, pero no necesitamos a Edipo para solucionar el significado de la estrambótica respuesta. Conocemos la injustificable medida de coerción dirigida a incrementar la política de máxima presión contra nuestro pueblo. Ser considerado un Estado que promueve y financia el terrorismo es la «vuelta de tuerca» aplicada por Washington para quebrar la resistencia de los cubanos.

Sin embargo, la confesión que rompe todas las «marcas» que, por demás, es algo que ese Gobierno oculta, y a la que se une la claque anexionista, los colonizados mentales y algunos de esos que padecen de despersonalización severa, fue la siguiente:

«Además, Cuba sigue estando sujeta a un embargo increíblemente completo».

Quizá el portavoz yanqui quiso justificar la acción de su Gobierno ante las presiones de la mafia anticubana de Miami, o se le escapó la locución, cualquiera sabe. Presos en la paradoja de una guerra cruel y sin sentido, cualquier cosa puede suceder.

A «confesión de parte relevo de prueba», anuncia la frase, aunque en este caso las pruebas de la genocida política de bloqueo económico, comercial y financiero, aplicado por el Gobierno de EE. UU. contra Cuba, son bien conocidas y condenadas cada año por la mayoría de los gobiernos del mundo en la ONU.

La guerra económica está ahí, dolorosa y visible, no importa si los charlatanes a sueldo, si los «enormes destacamentos de serpientes y de chacales, logran convencer a muchos de lo contrario». Vive como la quimera que acecha a la fruta que nunca caerá en sus fauces.