ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: El País

Que el presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, y las delegaciones internacionales presentes, hayan tenido que esperar a la madrugada del lunes –unas diez horas después de lo programado–, para asistir a la ceremonia de toma de posesión de quien consiguiera el 60 % de los votos en las elecciones nacionales del 20 de agosto pasado, dice de las tensiones que sacuden el clima político en el país.

Contra el nuevo gobernante y la agrupación política Semilla, a la cual representa, se lanzaron los elementos más extremos de la derecha tradicional de la nación, así como algunos altos responsables de la llamada «Justicia».

Arévalo ha tenido que enfrentarse, incluso antes de ganar la presidencia, a los ataques de algunos jueces y fiscales, y a parte de la estructura política, empecinados en impedir la toma de posesión.

Se puede afirmar que, hasta la madrugada de ayer, estos factores adversos al nuevo mandatario y a su fórmula de gobierno pujaron por impedir su investidura.

En su primer discurso, el ahora Jefe de Estado expresó su agradecimiento a los ciudadanos en general y, especialmente, a los pueblos originarios que, una vez más, en medio de las dificultades para concretar su ascenso al poder, se manifestaron a su favor.

Y enfatizó en que su propuesta de gobierno «tiene una fórmula sencilla: no puede haber democracia sin justicia social, y esta no puede prevalecer sin la democracia».

Guatemala, una nación centroamericana con algo más de 17 millones de habitantes, la mitad de los cuales vive en la pobreza, y un 16 % en la pobreza extrema, ha transitado por la frustración a que conducen los modelos neoliberales, y ha estado a merced de estructuras de poder con elementos corruptos enquistados que poco o nada hicieron por el pueblo.

Precisamente, el movimiento político Semilla, que representa Arévalo, surgió en medio de las protestas populares contra el auge de la corrupción en el país. Tanto él como su compañera de fórmula y vicepresidenta, Karin Herrera, son considerados abanderados de la lucha contra la corrupción.

Será por estas razones que la oposición más a la derecha forcejea contra el ahora Presidente y su bancada.

En su alocución de madrugada, reconoció que «los desafíos políticos que enfrenta no terminaron con su asunción, ya que continuarán a lo largo de su gobierno, por las presiones que recibirá de la misma oposición que trató de impedir, hasta el último minuto, que jurara en el cargo.

«Están comenzando cuatro años que estarán marcados por obstáculos que no podemos imaginar en este momento», advirtió.

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