ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Martirena

Basta poner en los buscadores de internet: «derechos humanos», para darse cuenta de la manipulación política alrededor de este tema, torcido por quienes se creen policías del mundo y se arrogan el derecho de juzgar y sancionar a quienes no se ajustan a sus modelos de libertad y democracia.

Justamente, eso era lo que sucedía en la extinta y tristemente célebre Comisión de Derechos Humanos, secuestrada por Estados Unidos para usarla con fines políticos contra quienes les resultaban incómodos. Para suerte de un tema tan humano y tan alejado de la política como este, el 19 de junio de 2007 surge, sobre las ruinas de un arcaico mecanismo que databa desde 1946, el Consejo de Derechos Humanos.

Ahora no se juzga con fines políticos. Se trata de un espacio entre iguales, de respeto al otro, en el cual no se dicta, se recomienda, y del que Cuba resultó electa, como uno de sus 47 integrantes, el pasado 10 de octubre, por sexta ocasión, como muestra del prestigio alcanzado por la Isla en las labores de este órgano.

Este 15 de noviembre, como ya se hizo en 2008, 2013 y 2018, la Mayor de las Antillas se presenta al cuarto ciclo del Examen Periódico Universal (EPU): el ejercicio más importante de la ONU en materia de derechos humanos; lo que supone una revisión periódica a los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas, por mandato de la Asamblea General, en busca de información confiable y objetiva sobre el tema.

   

¿QUÉ PASA HOY EN GINEBRA?

Se trata de una discusión donde cualquier Estado de la ONU puede formular preguntas, comentarios y recomendaciones. El análisis dura aproximadamente tres horas y media, y cuenta con una llamada troika que se selecciona por sorteo. Los tres países miembros que actuarán como relatores para la revisión de Cuba son Argentina, Benin y Nepal.

Los exámenes tienen en cuenta la información facilitada por el país en cuestión, expertos, grupos independientes de derechos humanos, entidades de las Naciones Unidas y otras partes interesadas.

Tras el debate, esa tríada prepara y presenta un documento, conocido como Informe de resultados, que proporciona un resumen del diálogo ocurrido, que se aprueba 48 horas después de la revisión del Estado. Como se trata de un diálogo entre iguales, se hacen recomendaciones, y el Estado examinado puede tomar nota, aceptarlas o rechazarlas.

Durante el cuarto ciclo del EPU, se espera que los Estados expongan de nuevo las medidas que han adoptado para aplicar las recomendaciones formuladas durante sus exámenes anteriores, y que se comprometieron a seguir, así como presentar los últimos avances en materia de derechos humanos en el país.

Cuba llega a este proceso después de haber aprobado por inmensa mayoría, y estar implementando, una actualizada Constitución que transformó en muchos aspectos, e hizo fiscalizables, un grupo de garantías jurídicas y procesales que antes ya existían y ahora se elevaron a rango de ley.

También, movidos por la nueva ley de leyes, se ha tenido que actualizar un grupo de legislaciones, lo que ha generado un fuerte proceso legislativo, incluyendo el referendo del Código de las Familias; pruebas contundentes de que Cuba se preocupa y se ocupa de los derechos humanos.

El pueblo de Cuba espera también que, durante el diálogo constructivo que se desarrollará en Ginebra, la comunidad internacional condene una vez más lo que constituye la más flagrante y continua violación a los derechos humanos de este pueblo: el recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero que pesa sobre nuestros hombros y es, sin lugar a dudas, el principal obstáculo para el desarrollo de los cubanos, para el cumplimiento de la Agenda 2030 y elevar los niveles de vida de la población.

Suponen una agravante violatoria de varias convenciones de Naciones Unidas, el recrudecimiento del bloqueo y las 243 medidas aplicadas por la administración Trump en tiempos de crisis sanitaria mundial y cuando los cubanos luchábamos, con nuestros propios esfuerzos, por superar la COVID-19.

A pesar de esas limitaciones, el equipo de evaluación para el examen reconoció que Cuba presentaba un alto índice de vacunación contra la enfermedad por coronavirus. Lo hicimos con vacunas propias salidas del talento formado aquí y de la voluntad política de poner la ciencia al servicio del desarrollo y de la humanidad, en los mismos centros científicos donde una vez intentaron hacer creer que fabricábamos armas biológicas. No entienden los señores del capital que un país pueda invertir tanto en salvar vidas, eso no lo pueden asumir los que van en el bando de los odiadores.

 

DERECHOS TORCIDOS

Derechos humanos: dos palabras llevadas y traídas, incluso desde antes de lo que muchos imaginamos. Fue la Francia de 1789 la primera en preocuparse por esa combinación de términos. Surgía entonces la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Años después, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una Declaración Universal, con 30 artículos.

Sobre los derechos humanos pesa el lastre de la manipulación política, los organismos dedicados a su «defensa» se han convertido en una especie de Santa Inquisición contra los países del Sur que presentan una alternativa al orden imperante. ¿Es posible hablar de igualdad cuando el 20 % de la población más rica posee 82 veces la riqueza del 20 % más pobre?

Durante varios años, organizaciones internacionales han utilizado este tema en sus campañas políticas y mediáticas contra Cuba. Usarlo no es nuevo, el primero en hacerlo fue Ronald Reagan. Se ha vuelto la justificación predilecta para sanciones y amenazas de invasión.

En ninguno de sus informes, manipulados, reconocen que Cuba es el país del mundo que mayor porciento de su PIB destina a la educación, y el único en la región que cumplió el 100 % de los objetivos de la educación para todos. Tampoco se destaca que tenemos una esperanza de vida al nacer de más de 78 años, ni que la mortalidad infantil está a la par o mejor que muchos países del primer mundo.

Si a la hora de hablar de derechos humanos se privilegiara lo que constituye el principal: el derecho a la vida; se resaltara más a menudo que contamos con un programa de vacunación contra 13 enfermedades que cubre el 100 % de nuestros niños; que somos el primer país del mundo en eliminar la transmisión materno-infantil de VIH; el único país de Latinoamérica sin desnutrición infantil severa y que presenta el menor grado de subnutrición posible, menos del 5 % de la población.

Pero esas cifras no son pretérito. El Estado cubano destinó este año el 48,7 % de su presupuesto a la salud y a la educación. El documento que se evaluará en el EPU también reconoce que la nueva Constitución prohíbe «toda discriminación por sexo, orientación sexual o identidad de género y fomenta la igualdad de género, así como los esfuerzos de Cuba para garantizar esos derechos, también en el ámbito laboral. Asimismo, se refirió a la importancia de las campañas para erradicar estereotipos de género, orientación e identidad sexual».

 Mientras Cuba eleva la protección de su gente y blinda con leyes sus derechos, organizaciones internacionales se refieren a presos políticos que solo existen en sus informes y a la escasez de alimentos y los cortes de electricidad, que son en buena medida el resultado de la política genocida del Gobierno estadounidense contra el pueblo cubano.

Y es que a eso juega la política de extorsión financiera contra este país, a impedir su desarrollo para después, en informes manipulados, politizados y alejados de nuestra realidad: poder decir que Cuba no se ocupa de su gente y viola lo establecido. Es el doble rasero con que se mide un tema tan humano y sensible, en un mundo donde, ahora mismo, en una abierta acción expansionista y con declarado objetivo de limpieza étnica, mueren miles de niños inocentes que nada tienen que ver con ese conflicto.

 Los pueblos saben apreciar todo lo hecho por esta pequeña isla, no solo con los suyos, también solidariamente con muchos otros en el planeta. Allí estarán todavía frescos los recuerdos de los médicos cubanos, de la Henry Reeve, enfrentando al coronavirus en varios países, tocando al paciente, tal como se había hecho en la epidemia del ébola en África. De nuestros maestros combatiendo el analfabetismo en países de la región, de los primeros lotes de Abdala y Soberana que llegaron a salvar vidas a países amigos.

Somos más los que amamos y construimos que los que odian y destruyen, somos más los que luchamos por enderezar los derechos que quienes prefieren dejarlos torcidos y usarlos a conveniencia. Esos que defienden a toda costa el capital no son tan humanos ni tan derechos. Cuba defiende y protege, con ejemplos concretos, el más elemental de los derechos: el derecho a la vida.            

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