ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Provocan sufrimiento las imágenes dantescas como las de la destrucción de Gaza. Foto: EFE

Bajo el fuego cruzado de la guerra, en los dominios que la muerte impone, hay tantas víctimas como preguntas. Entre ellas, una: ¿hasta cuándo habrá que esperar, y cuántos palestinos e israelíes más tendrán que morir, antes de que el mundo –quizá todavía representado en la Organización de las Naciones Unidas– resuelva de verdad un cese el fuego, y logre que se respeten las resoluciones que conceden a Palestina el derecho a tener un Estado, con capital en Jerusalén Oriental?

¿Acaso puede borrarse la historia, a fin de reescribirla según los intereses de cada cual? ¿Para qué y por qué, entonces, se creó la ONU? ¿Cuáles son las fronteras que han sido violentadas por Israel, a partir de su creación como Estado, en 1948?

¿Se ha preguntado alguien cuántos palestinos han muerto desde aquella lejana fecha hasta hoy, por el solo motivo de defender sus tierras usurpadas, sus viviendas destruidas, sus familias obligadas a desplazarse o a emigrar?

Israel es el único Estado del mundo que cuenta con armas nucleares que no declara ante los organismos internacionales, ni permite su inspección, aunque su acelerado desarrollo pueda conducir a una catástrofe de dimensiones apocalípticas. ¿Por qué? ¿Qué intereses tiene Estados Unidos en su respaldo incondicional al Gobierno sionista, sea en la ocupación ilegal a cuentagotas, de territorios palestinos, o en la masacre que significan los bombardeos masivos sobre Gaza y Cisjordania?

La salida mejor se ha dicho muchas veces: una solución negociada, en el marco de la ONU, que concluya en el reconocimiento de dos Estados independientes, con las fronteras anteriores a 1967. Sin embargo, se han impuesto la irracionalidad y los oídos sordos.

Es tiempo de decisiones, no debiera seguirse esperando. Más que contar muertos y heridos –palestinos o israelíes–, y alargar el sufrimiento que provocan imágenes dantescas como las de la destrucción de Gaza, lo racional está en frenar la guerra y crear espacios para el diálogo.

Que la participación extranjera en el conflicto sea mediación para la paz y no injerencia para más guerra, que facilite acuerdos y compromisos, no que provea bombas y portaviones.

Que la región en disputa sea tierra en paz, para dos Estados, no un botín para el más poderoso.

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