Sin tregua, la agresión económica contra la familia cubana

Desde el mismo triunfo de la Revolución, como consta en documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia, el Gobierno de Estados Unidos se propuso estrangular la economía de Cuba, a fin de llevar a la población a la exasperación y la posterior sublevación contra las nuevas fuerzas en el poder.

Es conocido el memorando redactado el 6 de abril de 1960, por el subsecretario de Estado para Asuntos Iberoamericanos de EE. UU., Lester D. Mallory: «Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno».

Un programa subversivo posterior, conocido como Operación Mangosta, elaborado en 1962, señalaba que «la acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país».

El 3 de febrero de ese año, la administración estadounidense, mediante la resolución No. 3447, estableció el bloqueo total del comercio con Cuba, firmado por el entonces presidente John F. Kennedy.

Los planes de la Casa Blanca buscaban arrasar al país por completo, cercar el comercio, eliminar las vías de financiamiento, castigar los bancos que se atrevieran a dar créditos a Cuba y a operar con capitales cubanos.

Sin embargo, nada de eso es cosa del pasado. Cientos de bancos y otras entidades han sido sancionados bajo el amparo de las leyes del bloqueo. Solo entre abril de 2018 y marzo de 2019 se registraron afectaciones al sistema financiero cubano por parte de 140 bancos extranjeros, mientras 12 instituciones bancarias foráneas se sumaron a la política de negativas de servicios.

Por otro lado, la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo tiene un alto costo. Las principales consecuencias se derivan del mayor riesgo asociado a cualquier tipo negocio, inversión y comercio que implique a la Isla.

Bancos e instituciones financieras internacionales han dejado de facilitar tanto el comercio regular como la cooperación, por miedo a las cuantiosas multas que conlleva una infracción.

La vigencia de esas acciones y su permanencia en el tiempo ponen de relieve, por un lado, la crueldad de la política yanqui contra la Isla, y por el otro, la sabia y heroica resistencia de los cubanos.

¿Cuánto valor y cuanta sabiduría son necesarias para sobrevivir en un escenario tan complejo?

Cuando en nuestra realidad se habla de problemas con las finanzas externas e internas, de inestabilidad en las tasas de cambio, tanto en divisas como en pesos cubanos, etc., a las razones meramente económicas tenemos que adicionarles la acción del enemigo.

Hay una guerra planteada contra Cuba en este campo. Tiene la misma edad de la Revolución. Así de grande es la saña de la mayor potencia del mundo. Más grande aún el estoicismo viril del archipiélago que la resiste sin flaquear.