Lo real es que, en la primera vuelta electoral en Guatemala, tocó a la «abstención» ser la más favorecida a la hora de contar las papeletas, distribuidas entre 20 aspirantes a la presidencia.
La otra realidad –que dejó absortos a especialistas y políticos– fue que el representante del movimiento Semilla, Bernardo Arévalo, anulado mediáticamente por las encuestas, ocupó el segundo lugar entre los más votados y ha prendido las alarmas entre quienes aún se dan como seguros vencedores, en un país hastiado del poder establecido, la corrupción y la falta de planes sociales que favorezcan a los más necesitados.
A esta segunda vuelta de comicios, que se efectuará mañana, se presentan dos candidatos: Sandra Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza, de tendencia de derecha, y Bernardo Arévalo, la sorpresa electoral de este año, del partido Semilla, un aspirante que no aparecía en las encuestas como favorito, pero que obtuvo el segundo lugar.
Para no pocos analistas y medios de comunicación, lo que ocurre en Guatemala es el desencanto electoral y el rechazo al poder establecido. No fue casual que en primera vuelta la abstención llegara al 40 % entre los más de 9,3 millones de guatemaltecos llamados a las urnas. En los comicios de 2019 se abstuvo el 38 % en primera vuelta, y la cifra se elevó al 58 % en la segunda convocatoria.
Por añadidura, a las elecciones se ha llegado con un clima enrarecido, con ataques y cuestionamientos contra el movimiento Semilla y Bernardo Arévalo; incluso, fiscales del Ministerio Público intentaron eliminar su candidatura.
El aspirante por Semilla, sociólogo y exdiplomático, a quien se le considera un hombre de pensamientos de izquierda moderada, ha declarado que «el electorado está harto, cansado de un sistema político que estaba cooptado por estos grupos de siempre, y lo que él estaba buscando era una alternativa decente y creíble. Nosotros no figurábamos en las encuestas, pero siempre dijimos que no veníamos a ganar encuestas, veníamos a ganar en las urnas».
En el caso de Sandra Torres, es la tercera vez que se presenta en busca de alcanzar la presidencia de su país, sin resultados. Su agrupación, la Unidad Nacional de la Esperanza, es definida como socialdemócrata, aunque especialistas del tema la acreditan como de centroderecha.
El partido Semilla, que se define como socialdemócrata y progresista, y del que Arévalo es uno de los fundadores, surgió primero como un grupo de análisis tras las protestas de 2015, que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina, salpicado por escándalos de corrupción política, por lo que fue finalmente condenado.
Los principales apoyos al partido se encuentran entre los jóvenes, movimientos estudiantiles y zonas urbanas como la capital.
Una de las principales banderas de Arévalo en campaña fue la lucha contra la corrupción en el Estado, según reporte de bbc Mundo.
Habrá que esperar los resultados de este domingo, cuando, de cumplirse con la definición que se da de Guatemala como «el país del desencanto electoral», se pudiera inclinar la balanza, no a uno u otro candidato, sino a la ya reiterada abstención.
A favor de Sandra Torres, pudiera considerarse la opción de los votantes de derecha, más propensos a darle su voto, antes que hacerlo por un Arévalo que se manifiesta más a la izquierda.
En el caso de este último, puede estar favorecido por el voto de los más jóvenes, y de los que buscan un cambio total en el escenario electoral y político guatemalteco.
Esa puede ser una ventaja decisiva, pero, por ahora es, solo una «Semilla que puede brotar».
COMENTAR
Responder comentario