ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Ilustración, Outras palavras

En la novela no escrita Las vidas de Bryan O’Toole un talentoso protagonista que sufre de bipolaridad, se presenta dos veces como candidato a las elecciones de Estados Unidos con dos propuestas en apariencia diferentes.

En una de sus personalidades, Bryan propone una variante de keynesianismo, en el que la intervención del Estado regula el mercado para impedir que su dislocación arruine lo que cree puede ser un ciclo extendido de crecimiento económico.

El gasto en obras comunes crea empleos y con ello capacidad adquisitiva en la población que, a su vez, garantiza la compra de los productos que cierran el ciclo económico. Esa propuesta es complementada con una política exterior que asegura la hegemonía de su país y, con ello, la exportación al resto del mundo de todas las disonancias y distorsiones inherentes a su modelo.

El otro Bryan es convencido absoluto de que el mercado no necesita regulación alguna y, en consecuencia, el Estado debe abstenerse de crear falsas demandas, pues ello conllevará, a la larga o a la corta, a callejones sin salida.

Con poca empatía social, este Bryan disfraza de meritocracia lo que no es otra cosa que un sálvese quien pueda. Al menos ese es el discurso, en la práctica, y Bryan lo sabe, el Estado es, abrumadoramente, el mayor «cliente» de la economía corporativa a través de los grandes contratos gubernamentales, asociados a la garantía de la hegemonía política y militar del país. En definitiva, ese sálvese quien puede debe llevarse del individuo al país como un todo, en el concierto global.

Pero en la novela las cosas no están dichas de manera tan explícita. El personaje múltiple se va construyendo, de a poco, con alternancias impredecibles entre los dos personajes que habitan en su interior, y crea un sinnúmero de situaciones paradójicas. Tensiones que van intentando resolver en una competencia continua, mientras se saben condenados a convivir en el mismo cuerpo y a mantenerlo vivo si a su vez, ellos quieren sobrevivir.

Hecha a la medida de que no ames ni odies a ninguno de los dos Bryan, las artes retóricas de ambos no se distinguen mucho en la práctica, y detrás de cada uno de ellos, se alinean un ejército de arribistas, oportunistas, fanáticos, odiadores. Todos, en busca de una tajada en la oportunidad que el proceso ofrece.

Los mismos personajes que le dicen una cosa a uno de los Bryan, aprovechan el divorcio cognitivo para decirle lo contrario al otro, sabiendo que ambos no se hablan. O al menos, eso creen.

Lo que le sucede a la película que nunca se ha filmado y que siguió al libro es lo que acontece con la mayoría de las adaptaciones cinematográficas de obras literarias. Por limitaciones formales tienen que reducir la carga y complejidad de lo escrito. Lo malo de tales reducciones es que, por lo general, terminan sucumbiendo al facilismo, y este caso no fue la excepción.

Con título Regresando a Bryan O’Toole, el largometraje fue financiado de manera independiente y no circuló por los grandes circuitos de cines de ese país. De poco más de dos horas, enfatiza en la parte romántica de la novela, en la cual el protagonista, en sus dos variantes, se empeña en lograr el amor de Agatha, una obrera inmigrante que, confundida, no sabe a ciencia cierta de cuál de los dos pudiera enamorarse, si es que esto es posible.

No creo que nadie esté en condiciones de valorar la trascendencia del libro y de su adaptación cinematográfica, para ello el lector-espectador tendrá que esperar a que se escriba y se filme.

Los personajes, sin embargo, especialmente el de Bryan, están construidos deliciosamente. El lector-espectador, testigo de las transiciones de una personalidad a otra en el protagonista, no se percata del juego de manos, hasta que las consecuencias de la operación se hacen evidentes. De esta manera, en la medida que la trama avanza, se va construyendo una narrativa en la que uno va convenciéndose de que, en realidad, la bipolaridad de Bryan, evidentemente dos expresiones de un mismo cuerpo, se complementan.

En un escenario cultural dominado por la banalidad, la aparición de este libro y su adaptación al cine es, al menos, una disrupción del monotemático mundo del comercio cultural. La pregunta que nos hace el autor, al final del camino, y en definitiva la única que importa cuando se echa a un lado la hojarasca y las filigranas, es esencialmente ética.

Pero quizá valga la pena salirse del marco de opciones al que nos quiere conducir esa pregunta, y preguntarse si tiene cabida un personaje que, como aparente exmachina, se robe la alternancia para proponer una solución que se escape de la bipolaridad. Cada cual tendrá su respuesta, pero de ser posible, todos coincidirán que sería una novela completamente distinta.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.