ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Fotocomposición: Claudia García

Quizá el mes que nos separa para la celebración en Bruselas, los días 17 y 18 de julio, de la Cumbre entre la Unión Europea (UE) y los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), no sea tiempo suficiente para revertir años y décadas de una política en la que el desarrollo económico en América Latina no siempre tuvo el acompañamiento necesario por parte de las naciones de Europa.

Además de algunas expresiones francamente colonialistas, de funcionarios de esa región, la ue se sumó a sanciones aplicadas por Estados Unidos contra países del área, como en el caso de Venezuela.

No por casualidad, es Latinoamérica la región de mayor desigualdad en su desarrollo, donde la cultura, la economía y el idioma debían ser factores esenciales para que nuestros países puedan desprenderse del marasmo a que han sido sometidos desde la época de colonias europeas primero, y neocolonias estadounidenses después.

Y aunque en la primera Cumbre América Latina-Europa, celebrada en Río de Janeiro, en 1999, se anunció el objetivo de desarrollar una «asociación estratégica», cualquiera que sea la arista en la que nos detengamos, no se aprecian resultados tangibles para beneficio de las naciones del área.

Ahora, la Unión Europea teme al auge de China en la región, y se empeña –al menos en declaraciones– en hacer frente a una posible pérdida de materias primas salidas de Latinoamérica.

La próxima Cumbre UE-Celac, en Bruselas, es el motivo por el cual la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, alistó sus maletas y enrumbó hacia Brasil, Argentina, Chile y México, llevando consigo promesas y el anuncio de alguna que otra inyección de euros en un marco global de inversiones.

Aunque el objetivo real hace indicar un marcado interés de la ue en frenar la presencia en América Latina del megaproyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda, expresión de un desarrollo armónico, inclusivo y de grandes perspectivas para los países de la región.

No obstante, la gira de la Presidenta de la Comisión Europea por cuatro países mantuvo inamovible el paralizado Acuerdo entre la ue y Mercosur, firmado en 2019, pero no ratificado por algunas naciones europeas.

Ante la advertencia de posibles sanciones de la UE a países de la región, el presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva advirtió que «la premisa que tiene que existir entre los socios estratégicos es la de la confianza mutua, y no de la desconfianza y sanciones».

Por su parte, el presidente argentino, Alberto Fernández, dijo a la Presidenta de la Comisión Europea que cualquier acuerdo «debe ser equilibrado y que no beneficie únicamente a una de las partes».

En México, el encuentro entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y Ursula von der Leyen concluyó con un escueto comunicado, sin añadido que pueda avizorar adelanto alguno –al menos por esta vez–, en lo que debiera ser una proyección de presente: la máxima colaboración europea en el desarrollo económico y social de los países latinoamericanos y caribeños.

        

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