Entre una derecha y extrema derecha chilenas que enraizaron sus cimientos durante los largos años de la dictadura de Augusto Pinochet, y que luego, en la llamada vuelta a la democracia, se han mantenido o en el poder o muy cerca de él, y una izquierda que exhibe dificultades a la hora de la unión, se pueden buscar las razones que al menos expliquen por qué se ha hecho tan difícil elaborar una nueva Constitución que sustituya a la vigente que, precisamente, viene de aquellos oscuros años en que fueron violentadas todas las normas y leyes de esa nación.
Decirlo es fácil, pero entenderlo es complicado. La cuestión es que la Constitución chilena actual fue elaborada y aprobada en 1980, es decir, hace 43 años, en plena dictadura, y aunque intentos han habido muchos, pocos cambios han podido realizarse.
Con la llegada al poder del presidente Gabriel Boric, como representante de una alianza entre el Frente Amplio –una coalición de izquierda creada en 2017– y el Partido Comunista, tomó fuerza el llamado para elaborar una nueva Carta Magna.
El proceso ha sido más que complicado, y tuvo su más grande tropiezo cuando el 62 % de los electores estuvo en contra de una primera propuesta constitucional, sometida a plebiscito en septiembre de 2022.
Ahora, el fantasma que generó el proceso constituyente anterior y la derrota de las fuerzas encabezadas por el actual mandatario parecen marcar un camino expedito al predominio de las ideas de derecha y ultraderecha, a la hora de elaborar el nuevo proyecto que debe someterse a referendo en diciembre próximo.
En tal caso, el trayecto puede hacerse más complejo si la derecha impone aspectos discrepantes con sectores de la izquierda, lo que podría hacer fracasar una nueva consulta en las urnas.
Un aspecto para tener muy en cuenta será que el presidente del Partido Republicano, José Antonio Kast, la agrupación de derecha vencedora esta vez, se ha opuesto siempre a cambiar la Constitución, por considerar que «Chile no lo necesita».
En la votación para elegir a los 51 consejeros que redactarán el nuevo proyecto de Carta Magna, el Partido Republicano obtuvo el 43 % de los votos, lo que le acredita 23 de los 51 consejeros. A ellos se sumarán 11 que alcanzó la alianza conservadora Chile Seguro.
Por su parte, la coalición oficialista y de Unidad para Chile obtuvo solo el 28 % de los votos, es decir, que tendrá 16 consejeros.















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