Miranda, Venezuela- «Ustedes crecerán, es probable que yo les pueda faltar, pero les queda lo principal, una Revolución. Deben ser fieles a ella como lo fue su padre». Así se despidió Antonio Briones Montoto de sus hijos Tony y Orquídea, antes de partir hacia la Patria de Bolívar en una misión de apoyo a combatientes venezolanos.
Y le bastaría razón. Durante la primera fase de esa tarea caería en la comunidad de Machurucuto, el 8 de mayo de 1967; el mismo pueblo donde 56 años más tarde, los colaboradores cubanos que cumplen como él, el sagrado deber del internacionalismo, se reunieron ayer para recordar su legado de solidaridad.
«Salgo con una fe extraordinaria, sé que la vida de guerrillero es dura, llena de sacrificios, pero tú sabes que estoy dispuesto a luchar todo el tiempo que sea necesario y si fuera preciso, no regresar más a Cuba, hasta que se libere el último país», le escribiría el combatiente a su hermano, justo antes de salir de la tierra antillana.
Con esa misma certeza, los «cuidadores de la vida» que cumplen misión acá, reafirmaron que su compromiso con Tony es «permanecer prestando todo el apoyo necesario al digno pueblo de Venezuela (…). Ante tanta historia juramos lealtad absoluta a los que lo dieron todo, hasta lo más sagrado, la vida, solo por un sueño de esperanzas, sobre todo para los más humildes», afirmó Yanet Morejón Barrueto, colaboradora del estado de Miranda.
Junto a la tarja que perpetúa la memoria de Briones Montoto en la nación sudamericana, fueron reconocidos cooperantes cubanos destacados en su diario quehacer por garantizar el bienestar de este pueblo, como muestra del invariable vínculo que une a ambos países.
Además, se sembró un araguaney, árbol nacional de Venezuela -símbolo de vida, inmortalidad y fecundidad- que con sus flores amarillas cobijará ese rincón cubano en Machurucuto.
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