ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Para hacer realidad este llamado deben sustituirse las armas por reales conversaciones de paz. Foto: Sitio Web del Vaticano

No es la primera vez que el Papa Francisco se refiere a la «tercera guerra mundial». La que «ya comenzó», según sus argumentos.

De igual forma han sido reiterados sus llamados a «acallar las armas» y a acabar con la «guerra insensata», refiriéndose a lo que ocurre en Ucrania.

 En esta ocasión, el tradicional mensaje de Navidad, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, describió a los «hermanos y hermanas ucranianos» como personas que pasan la Navidad en la oscuridad, la intemperie, o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción por diez meses de guerra.

«Que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata», enfatizó.

Y me quiero referir, de manera particular, a la última parte de este párrafo, porque, pienso que «quienes tienen el poder de acallar las armas» con sus nombres y apellidos, lamentablemente, no precisamente están en Kiev y en Moscú, sino en Washington y en la Europa de la OTAN.

«Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo», apostilló el Sumo Pontífice, constatando «con dolor que (…) crudos vientos de guerra continúan soplando sobre la humanidad».

Precisamente, coincidiendo con el llamado del Papa, el presidente ruso, Vladímir Putin, volvió a denunciar la posición de Kiev y sus aliados occidentales que, según él, «rechazan las negociaciones». Putin está «dispuesto a negociar con todos los participantes en este proceso (para encontrar) soluciones aceptables» al conflicto, según aseguró en entrevista con la televisión rusa, divulgada en un reporte de AFP.

La reciente visita a Washington del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y la acogida por su homólogo, Joe Biden, evidencian que la guerra en Ucrania se ha convertido en un negocio para Estados Unidos y, por añadidura, para una Unión Europea seguidora de los designios estadounidenses, aunque las sanciones contra Moscú, además de internacionalizar la guerra, provocan graves daños a los pueblos del Viejo Continente que ya sufren los efectos de las bajas temperaturas.

La lógica para hacer realidad el llamado del Papa este fin de año sería, de inmediato, callar las armas, cesar la injerencia externa en el conflicto y emprender serias y responsables conversaciones de paz que puedan garantizar el respeto a la vida de los ciudadanos ucranianos, rusos y de otras nacionalidades.

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