ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Internet

No es fácil organizar un nuevo gobierno. En especial cuando se sucede a un desgobierno… Y a un desgobierno negacionista, fundamentalista, movido por el Gabinete del odio y maestro en fake news. Por eso oculta muchos datos de la administración federal que deberían ser republicanamente pasados al Equipo de transición.

Ese grupo intermediario, que tiende un puente entre el gobierno saliente y el entrante, no cuenta necesariamente en su seno con figuras que ocuparán cargos de dirección a partir del 1ro. de enero de 2023. Claro que puede haber excepciones, como es el caso de Fernando Haddad.

Mi interés no reside en los nombres de quienes compondrán el Gobierno. Lo que me importa es el programa de gobierno, cómo enfrentará los grandes desafíos que tiene ante sí, en especial en el área socioambiental, que tanto preocupa al Papa Francisco, autor de dos encíclicas clásicas sobre el tema: Laudato si (Alabado seas) y Fratelli tutti (Todos somos hermanos y hermanas).

Todos los que votamos por Lula esperamos que su gobierno no permita que «sigan pasando carretas y carretones». La política socioambiental tendrá que ser ejemplar. Fiscalización de nuestros biomas, prohibición de la deforestación, confiscación del equipamiento de la minería ilegal y castigo a los responsables de ecocidio: eso es lo que el mundo espera de Brasil. La Amazonia es nuestra y seguirá siendo nuestra, pero de ella depende la salud del planeta.

Hay que reducir drásticamente el uso de agrotóxicos, comenzando por la prohibición de los que contienen glifosato. Y valorizar la agroecología. La minería debe ser rigurosamente prohibida en áreas indígenas y habitadas por comunidades tradicionales.

El Gobierno deberá estar muy atento a los programas de supuesta preservación ambiental patrocinados por bancos y grandes empresas, por lo general con la sigla esg o calificados de «economía verde». Hay mucho de publicidad demagógica en todo eso. Sobran propuestas engañosas para supuestamente detener la crisis climática, y también mucho interés financiero en la explotación del mercado de carbono.

Es importante valorizar al «pueblo del bosque», como señalaba Chico Mendes: los caucheros, pescadores, habitantes de las riberas de los ríos, recolectores, pequeños agricultores e indígenas. Son ellos quienes mantienen el bosque en pie. La Policía Federal, el Instituto Brasileño de Medioambiente y la Guardia Nacional deben estar debidamente calificados para proteger esas comunidades y reprimir implacablemente a sus agresores.

Para preservar la salud del pueblo brasileño, en especial en nuestros biomas, el Gobierno deberá multiplicar los recursos del Sistema Único de Salud, retomar el programa de los Médicos de la familia, incluso trayendo de vuelta a los profesionales cubanos que trabajaron en municipios que no cuentan con la presencia de ningún médico brasileño.

Es necesario alertar a la población sobre los riesgos de los alimentos ultraprocesados y adoptar una política que conduzca a las empresas a mejorar tanto las informaciones nutricionales que aparecen en los embalajes como el lenguaje de la comunicación, a fin de hacerla más didáctica. Basta con que el Gobierno asuma lo que prescribe la Guía alimentaria para la población brasileña. Se debe prohibir el uso de plástico en alimentos y bebidas. Y la publicidad de la cerveza debe seguir las mismas normas adoptadas para los destilados.

Se espera que el nuevo Gobierno valorice la agroecología y la agricultura familiar, que hoy producen el 70 % de los alimentos que llegan a la mesa del brasileño. De ellas debe provenir la merienda escolar. Y hay que destrabar el programa de reforma agraria, porque no se justifica que en este país de dimensiones continentales haya inmensas áreas ociosas, mucha gente sin tierra y mucha tierra sin gente.

Es preciso invertir en fuentes renovables de energía, como la solar y la eólica, incluso para el transporte público.

Los ojos del mundo estarán vueltos hacia la cuestión ambiental en Brasil. El principal centro de atención será la Amazonia. Pero no es posible disociar la naturaleza del ser humano, que también es un ser de la naturaleza. Y los pobres son las víctimas principales de la devastación ambiental, como ha enfatizado el Papa Francisco. Por tanto, es fundamental priorizar la ecología integral, sustentable, socioambiental, sin miedo a respirar dignidad y soberanía. Y atender las demandas y sugerencias de la Carta del Movimiento Sin Tierra al pueblo brasileño.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.