«El estado es ineficiente y la iniciativa privada garantiza más eficiencia y calidad». Una de las matrices de opinión ampliamente difundidas en las naciones donde se han llevado a cabo reformas estructurales de corte neoliberal, ha consistido en la demonización del sector público. Mientras van reduciendo considerablemente el gasto público para pauperizar el sector, los neoliberales defienden la privatización a gran escala como la única alternativa. El objetivo es replegar, lo más posible, el estado hasta convertirlo en un mero celador de los intereses privados (muchas veces transnacionales), para que el mercado pueda operar sin cortapisas, incluso en el campo de la salud y la educación.
En Cuba, desde 1959 hasta la fecha, varias generaciones de cubanas y cubanos no conocen otra realidad que el derecho a recibir educación y servicios de salud gratuitos de manera universal (para todos sin condición), gratuita (sin costos) e inalienable (bien público que no puede ser objeto de comercio).
La costumbre ha hecho que lo que hoy constituye un privilegio en muchas partes del mundo subdesarrollado, en Cuba se considere algo natural. Sin embargo, la educación gratuita no es un derecho natural. Estos derechos, que se han disfrutado en los últimos 60 años, no están garantizados para siempre y la realidad es que fuera de la isla hay 774 millones de adultos analfabetos en pleno siglo XXI, según datos de la Unesco. Incluso, dentro de países desarrollados, 160 millones de adultos cuentan como analfabetos funcionales. Las cifras de nuestra región son aún más duras.
Antes de 1959, más de la mitad de la población cubana no sabía ni leer ni escribir. Se trata de un derecho conquistado y ganado en medio de una lucha de clases violenta. Se ha mantenido por la voluntad política de que así sea.
Nadie que no haya pasado por la experiencia de tener un problema de salud grave o un familiar cercano enfermo de muerte y no poder atenderlo si no se tiene el dinero, puede calibrar el dolor desgarrador que eso provoca. Sentir que el cuerpo es tratado como una mercancía. Tener acceso a un servicio de salud dependiendo del seguro que pueda pagarse o del tipo de empleo que se tenga, en un mundo donde cada vez es más difícil tener un empleo formal, son todas experiencias devastadoras.
Esa es la realidad de muchas personas. Según informa la Organización Mundial de la Salud, cerca de la mitad de la población mundial carece de acceso integral a los servicios de salud básicos, mientras 100 millones de personas han caído en la pobreza extrema por tener que pagar, de su bolsillo, atención médica.
En Cuba, el entusiasmo con el emprendimiento privado no va a representar que la salud o la educación se conviertan en un renglón más de lucro. En ningún plano los cubanos se verán divididos entre los que pueden pagar y los que no, una escuela o un médico. Ese sería el retroceso más vergonzoso en nuestra historia. Nuestro pueblo no perderá el derecho a la mejor educación y salud que el país pueda brindar. La Constitución lo respalda. Es responsabilidad de nuestro estado y ese compromiso es innegociable, porque los derechos del pueblo no se privatizan.
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Palax dijo:
1
16 de noviembre de 2022
10:26:17
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