ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Caricatura de Moro

Si usted tiene una cuenta en Meta (así pasó a llamarse Facebook el año pasado) y esta no ha sido cancelada por la empresa multimillonaria, podrá chequear el perfil con millones de seguidores de su cofundador y director ejecutivo: el joven, carismático y talentoso Mark Elliot Zuckerberg.

Notará entonces que nos regala una semblanza ejemplarizante de lo que el capitalismo nos ha vendido durante siglos: con ingenio y disciplina creó una de las corporaciones más exitosas del mundo, y llegó a poseer una inmensa fortuna, lo que constituye, en ese sistema, la medida de todas las cosas.

The self made man (el hombre que se hizo a sí mismo, uno de los arquetipos más importantes del imaginario sociopolítico estadounidense) viviendo the american dream (el sueño americano), recicla y nos brinda una versión más moderna y sofisticada del mito liberal. Casado con una filántropa estadounidense, hija de inmigrantes chinos; sencillo en su forma de vestir, ameno en el lenguaje con que se dirige a sus colegas y fans, en medio de elegantes ambientes minimalistas, amante del deporte y del arte, promotor a gran escala del emprendimiento creativo, defensor de la innovación tecnológica, Zuckerberg se nos presenta prácticamente como el modelo de ciudadano de este comienzo de siglo.

El relato es uno: las redes sociales digitales constituyen un entorno abierto y plural, donde todos podemos expresarnos libremente y consumar los mejores valores al formar comunidad. Las capacidades de emprender, conectarnos, participar, comunicar nuestra visión del mundo se tornan ilimitadas. La democracia liberal finalmente encontró el instrumento ideal para producir la plaza pública libre, sobre la que teorizara Habermas, ahora en una variante digital.

¡Es mentira! Lo cierto es que Meta y otras redes sociales, territorio privado, operan como instrumentos de vigilancia y castigo a gran escala sobre nuestras vidas y subjetividades. Nuestros datos personales son recabados, procesados y administrados con fines publicitarios (políticos o mercantiles), al margen de nuestro consentimiento, beneficio o interés personal.

Las redes sociales virtuales constituyen un mecanismo de propaganda ideológica sin par, encargado de reproducir la hegemonía del liberalismo más desmadrado. Son, además, territorio de desvergonzadas operaciones de ciberguerra contra naciones que han tenido la osadía de transgredir la agenda de Estados Unidos y elegir su sistema político sin injerencias.

Si tiene alguna duda, infórmese sobre el ataque sin antecedentes que han estado sufriendo en los últimos días cuentas personales y páginas oficiales cubanas que realizan activismo político a favor del socialismo. Han sido masivamente canceladas por su supuesta afiliación al Gobierno de Cuba.

Les preguntamos, desde esta isla soberana, a los magnates de las corporaciones mediáticas, dónde queda el discurso de apertura y sus nobles esfuerzos por construir una comunidad virtual democrática. Repito, ¡es mentira! Pero sepan que la verdad la seguiremos defendiendo, y más lo haremos, mientras más presión hagan.

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