ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Aunque Kiev no se ha adjudicado el hecho, agencias de prensa revelan que autoridades ucranianas habían prometido atacar el puente. Foto: Russia Today

El puente de Crimea funcionaba normalmente tras la fuerte explosión que sufrió, pero el incendio que provocó alejó aún más las posibilidades de llegar a una solución pacífica del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Según lo trascendido el lunes, en cuanto a acciones militares de respuesta, quedó claro que las intenciones provocativas de los perpetradores marcarán el inicio de una ofensiva y contraofensiva cuyo final resulta impredecible.

Ese puente, el más largo de Europa, tiene una importancia estratégica para Moscú, pues conecta la península de Crimea con la parte continental de Rusia. Inutilizarlo presupondría la ruptura de una ruta clave de suministros para la operación militar en Ucrania.

Desde Kiev aún no se han adjudicado el hecho, pero agencias de prensa revelan cómo autoridades ucranianas han prometido en reiteradas ocasiones atacar el puente, considerándolo como uno de sus objetivos principales.

Mykhailo Podolyak, asesor del presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, escribió en Twitter: «Crimea, el puente, el comienzo. Todo lo ilegal debe ser destruido, todo lo robado debe ser devuelto a Ucrania, todo lo ocupado por Rusia debe ser expulsado».

Otras citas dan cuenta de la comparación que el Ministerio de Defensa de Ucrania hizo de la explosión del puente con el hundimiento del crucero de misiles ruso Moskva, ocurrido en abril. «Dos importantes símbolos del poder ruso en la Crimea ucraniana han caído. ¿Qué será lo siguiente?», se leyó en Twitter.

En el contexto de una guerra en curso, la respuesta pareciera demasiado obvia: Moscú responderá con una ofensiva intensa.

Ya este lunes se conoció que fuerzas rusas llevaron a cabo un ataque con armas de alta precisión y largo alcance contra blancos energéticos, militares y de comunicaciones, en Ucrania.

Vladímir Putin lo había dicho: en el caso de que sigan los «intentos de llevar a cabo atentados terroristas» en suelo ruso, las respuestas rusas serían «duras y en correspondencia con el nivel de las amenazas».

Algo parece claro, si Rusia no pudiera usar ese puente, sus líneas de suministros a las fuerzas en el sur de Ucrania se debilitarían. ¿Quiénes serían los mayores beneficiados? Seguramente las fuerzas militares ucranianas, pero también quienes, desde el principio, han avivado el conflicto y enviado millones de dólares en armas y ayuda económica.

Desde el Kremlin aseguraron que el atentado se trató de un ataque terrorista destinado a destruir infraestructuras civiles críticas de la Federación Rusa, y que los autores, –materiales e intelectuales–, habían sido los servicios especiales ucranianos, como un intento de golpear la moral y la capacidad rusa de proteger Crimea, anexado desde 2014, mediante un referendo popular.

Como era de esperar, los medios occidentales hablan de un duro golpe para Vladímir Putin, a pesar de que los daños al puente fueron parciales y ya se encuentra en plena capacidad operativa. No es casualidad que el ataque ocurriese cuando la mayoría de las personas en los territorios del Donbás, Jersón y Zaporiyia votaron por anexarse a Rusia.

El hecho mantiene a la comunidad internacional en vilo, por las decisiones que a corto, mediano y largo plazos puedan tomar ambas partes. Solo tengamos en cuenta las palabras pronunciadas por el expresidente y vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, quien advirtió que un eventual ataque en Crimea significaría la llegada del «juicio final».

Medvedev, incluso, lo había dicho más duro: cualquier invasión a la península de Crimea podría equivaler a una declaración de guerra a Rusia, que podría desembocar en la Tercera Guerra Mundial.

Ojalá sea la paz la que, a la postre, imponga su juicio.

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