ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: El Mundo

Las políticas sociales del Gobierno argentino y la voz y el accionar de su vicepresidenta, Cristina Fernández, han marcado pautas en un país que en las últimas décadas se ha debatido entre las fórmulas económicas neoliberales extremas de la administración de Carlos Menen, y aún peor, durante la presidencia de Mauricio Macri, quien, además de haber supeditado al país a los designios del Fondo Monetario Internacional (FMI), dejó el rumbo económico atado a la más grande deuda que recuerde la historia de esa nación.

A Cristina Fernández puede ocurrirle algo similar a lo que se ha pretendido hacer contra otros líderes latinoamericanos como Lula en Brasil y Correa en Ecuador.

No olvidemos que, sobre los dirigentes de la izquierda de América Latina, se ha escenificado una persecución judicializada por sectores de la extrema derecha que cumplen tareas asignadas desde Estados Unidos, que se aferra a callar sus voces y sacarlos del contexto político de sus países.

En este escenario siempre debe tenerse en cuenta que Argentina constituye, junto a Chile, Brasil, y en menor medida Uruguay y Paraguay, un país que sufrió la más terrible dictadura militar, continuada por la imposición de un sistema neoliberal de consecuencias desastrosas.

Las dictaduras militares en Sudamérica, además de provocar la muerte de miles de sus ciudadanos, por profesar ideas de izquierda, cometieron el crimen mayor de desaparecer cadáveres y secuestrar a menores recién nacidos, cuyas madres también fueron asesinadas, como para que el retoño del ejemplo de sus padres fuera extinguido para siempre.

De aquellos años de terror y neoliberalismo posterior, aplicado bajo las recetas del fmi y con asesoría de la llamada Escuela de Chicago, que impulsó un desarrollo económico sometido totalmente a los organismos financieros asentados en Estados Unidos, aún quedan grupos políticos y hasta fanáticos que se aferran a no permitir que voces como la de Cristina Fernández de Kirchner asuman un nuevo proyecto de desarrollo económico y social en esos países.

Hoy, Fernando Andrés Sabag Montiel, el hombre que apuntó con su arma a la cabeza de Cristina Fernández en Argentina, conocido como crítico de las políticas sociales del Gobierno del que ella es Vicepresidenta, podría aportar muchos datos de los porqués y los por cuántos relacionados con el intento de magnicidio.

Entre las características visibles de este personaje, los medios llaman la atención sobre «sus brazos tatuados con simbologías nazi».

«Tiene en su codo un sol negro, elemento que originalmente formaba parte del movimiento de ocultismo nazi, fundado por Heinrich Himmler, en el cual se unían conceptos de diversas creencias y religiones a las que se agregaban la figura del Führer y la “pureza de la sangre aria”», señala la prensa local.

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