La Segunda Gran Guerra terminó con el acto terrorista más abominable –cometido por duplicado– registrado en la historia de la humanidad: las bombas atómicas lanzadas, por el Gobierno de Estados Unidos, en agosto de 1945, sobre las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki. Al visitar Hiroshima, en mayo de 2016, el presidente Obama, quien desacertadamente recibió el premio Nobel de la Paz en 2009, no tuvo la dignidad de pedir perdón.
Poco después del genocidio contra las poblaciones civiles de las dos ciudades japonesas, un grupo de científicos y analistas políticos, entre los que se encuentra Noam Chomsky, comenzó a reunirse todos los años, en enero, para poner en hora el reloj del Apocalipsis (Doomsday Clock). El minutero fue colocado siete minutos antes de la medianoche. La medianoche significa el trágico fin de la especie humana en el planeta Tierra.
En 1953, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética hicieron una demostración de fuerza al hacer estallar bombas termonucleares, el minutero avanzó cinco casillas y quedó ubicado en dos minutos para la medianoche.
Cada mes de enero, el minutero avanza o retrocede, en dependencia del equilibrio de las fuerzas bélicas en el mundo. Durante el Gobierno de Trump se detuvo un minuto antes de la medianoche, y el segundero empezó a moverse. Hoy marca cien segundos antes de la hora del Apocalipsis.
En los últimos años, otro factor comenzó a pesar en el movimiento del reloj: la devastación socioambiental. Los científicos que clasifican las eras geológicas llaman a la actual Antropoceno, palabra derivada de los vocablos griegos ánthropos (humano) y kainos (nuevo). O sea, la actividad humana altera el equilibrio ambiental del planeta y amenaza la vida en la Tierra. Sin embargo, prefiero llamar a nuestra era Capitaloceno, la era del capital, en la que la apropiación privada de riqueza en manos de pocos se considera un derecho. Y lo que es peor, en la que ese privilegio se ubica por encima de todos los derechos humanos.
El segundero fue adelantado también por un tercer factor: la infodemia, esa diseminación generalizada de fake news y ataques, incluso por parte de gobernantes, a la ciencia y la verdad. El odio se expande como una pandemia, divide naciones y familias, mina las bases de la democracia. La onu, los gobiernos y los partidos políticos pierden credibilidad y le abren paso a la imposición de la ley del más fuerte.
Ahora el reloj del Apocalipsis tiene sus agujas en el último segundo antes de la medianoche. Basta con que Rusia expanda la guerra contra Ucrania hacia uno de los países miembros de la OTAN, o con que uno de los miembros de esa organización –que debería haberse extinguido en 1991, tras la caída del Muro de Berlín– ataque a Rusia o aumente considerablemente el poder de fuego de Ucrania. Entonces las agujas del reloj marcarán la medianoche.
Hoy día, Estados Unidos no solo mantiene armas nucleares en su territorio, sino en todo el mundo, incluida Europa. Cerca de cien de sus ojivas nucleares se encuentran en Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía, todos estados miembros de la OTAN.
Durante el gobierno de Trump, Estados Unidos se retiró unilateralmente del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF por su sigla en inglés) de 1987, un acuerdo de control de armas con Rusia, que inmediatamente se retiró también. El abandono de ese tratado significa que cada país puede ahora lanzar misiles con un alcance de hasta 5 500 kilómetros y, así, debilitar la seguridad dentro y alrededor de Europa.
Es innegable que la salida de Estados Unidos del INF llevó al Kremlin a la certeza de que la Casa Blanca busca instalar misiles cerca de sus fronteras para reducir el tiempo de ataque a las ciudades rusas. Además, Estados Unidos está construyendo un nuevo sistema de misiles, con un costo de 100 000 millones de dólares, que pueden viajar casi 10 000 kilómetros. Los misiles de ese sistema, llamado Ground Based Strategic Deterrent (Disuasión Estratégica Terrestre), son capaces de transportar armas nucleares y alcanzar cualquier lugar del planeta en pocos minutos. Si se usan, ningún oído humano escuchará sonar la alarma del reloj del Apocalipsis.
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Odalis González Hernández dijo:
1
14 de abril de 2022
11:55:48
Ada Galana dijo:
2
15 de abril de 2022
04:33:03
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