ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Educación gratuita y de calidad, una de las principales demandas de los jóvenes chilenos. Foto: AFP

El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, tomará hoy posesión del cargo, y Cuba, país amigo de todos los pueblos, estará representada en el acto oficial por su canciller, Bruno Rodríguez Parrilla.

Los lazos entre ambas naciones tienen bases históricas, y mientras prime el respeto, la cercanía natural que promueve el sentido latinoamericano, es razón suficiente para la voluntad de la Isla de «profundizar las relaciones bilaterales y de cooperación», que el Ministro de Relaciones Exteriores le hizo saber a su homóloga chilena, recién designada, según publicó en Twitter.

En su programa, Boric definió como prioridades cambiar el actual sistema de pensiones, subir los impuestos a los más ricos y garantizar un sistema universal de salud.

El nuevo Gobierno chileno tiene grandes desafíos, pues debe imponer una nueva agenda sobre un modelo económico con raíces en la dictadura de Augusto Pinochet; sin embargo, da luces de esperanza para avanzar en beneficios sociales que impide el esquema neoliberal.

Cuando en 1973 ocurrió el golpe de Estado contra el mandatario constitucional Salvador Allende, la economía estuvo a merced de los recortes a los gastos públicos, la liberalización comercial y la desregulación financiera.

Chile se convirtió en la nación más privatizada de América Latina, tras la imposición de una Constitución atravesada por los lineamientos pinochetistas, y que jamás pudo revocarse, a pesar de las protestas.

El triunfo de la coalición de Apruebo Dignidad, con su candidato Gabriel Boric, fue sin duda una contundente victoria popular ante el empuje de la extrema derecha para impedir las transformaciones claves que ha reclamado el pueblo chileno contra el modelo neoliberal.

Un ejemplo fueron las voces de los jóvenes que, en octubre de 2019, derivaron en movilizaciones salvajemente reprimidas por los llamados Carabineros, de las cuales se obtuvo, como garantía social, un referendo constitucional alargado y aún sin concluir.

No obstante, la concepción de una nueva Carta Magna significa un paso de avance para la reivindicación de la mayoría de esa sociedad, en contraposición al texto heredado de la época de la dictadura.

Aunque la oligarquía chilena, presente en todo el aparato estatal y dueña de los medios de prensa tradicionales, articuló un discurso de odio que rescató el fantasma del comunismo y prefabricó el miedo ante el eventual triunfo de los progresistas, Apruebo Dignidad venció, y ha sido la primera condición que contribuye a un ambiente político que favorece la justicia social y la integración regional.

No obstante, y a juzgar por las jugarretas políticas que la derecha ha ensayado en el continente para desbancar a gobiernos progresistas electos constitucionalmente, es pronto para vislumbrar, en Chile, si el futuro inmediato se construirá fuera o dentro de los marcos del modelo neoliberal que, desde Pinochet, solo cambia de matices, pero pervive.

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