Una mirada, por rápida que sea, a los acontecimientos actuales en relación con la política de Estados Unidos –sanciones, amenazas de guerras y otras– contra países como Rusia, China, Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua– entre otros, explica por sí sola la valía de algunos hechos de esta última semana.
No son tiempos de contemplaciones, pudiera ser la respuesta más real ante la inercia para revertir tal situación, por parte de la administración de Joe Biden, que acaba de cumplir su primer año en la silla presidencial sin resultados distintivos.
En su discurso se observa un Biden dubitativo, unas veces sereno y otras desafiante. En este último caso, volvió a la retórica de una supuesta agresión rusa contra Ucrania, y aseguró que «Rusia nunca ha visto sanciones como las que aplicará EE. UU. si aumenta la tensión con Ucrania», advirtió el mandatario estadounidense.
En ese escenario, hay temas que requieren respuestas urgentes, como es la exigencia del Kremlin de que Biden y la OTAN se comprometan por escrito a no continuar moviendo fuerzas militares y medios de guerra hacia zonas fronterizas.
Moscú acaba de acusar a Washington de «crear una cortina de humo» con falsas acusaciones sobre una posible acción armada rusa contra Ucrania, con el solo objetivo de desviar la atención internacional y local en Kiev, y poder continuar con la ubicación de medios de guerra que se proponen cercar a Rusia y actuar en caso de cualquier incidente fronterizo, ya sea por una provocación o por un tiro escapado de alguno de los miles de fusiles, cohetes y otros medios Made in USA que apuntan hacia territorio ruso.
Las acciones desestabilizadoras en países vecinos de la Federación Rusa, como Bielorrusia y Kazajistán, forman parte del guion de Occidente y su ente militar, la OTAN.
El presidente Vladímir Putin ha manejado con serenidad y firmeza los distintos escenarios y, en el caso de los últimos acontecimientos en Kazajistán, respondió con la urgencia y la legalidad debida al pedido del mandatario de aquel país, de la presencia de militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) , que integran Rusia, Kazajistán, Armenia, Bielorrusia, Kirguistán y Tayikistán, para sofocar las acciones vandálicas y desestabilizadoras, con guion occidental, que se escenificaron los primeros días del presente año.
En el caso de Bielorrusia, fuerzas militares de ese país y de Rusia realizan ejercicios con modernos medios y como preparación contra posibles acciones como las que se orquestaron contra Ucrania, o los más recientes hechos en Kazajistán.
IRÁN, PIEZA CLAVE EN LA REGIÓN
La más reciente visita del Presidente de la República Islámica de Irán a Moscú es una expresión clara y convincente de cuán importante es la unión de países y pueblos amigos, para formar un muro de contención ante las amenazas, sanciones económicas y posibles acciones militares del enemigo común: EE. UU.
El mandatario iraní, Seyed Ebrahim Raisi, en su discurso ofrecido ante la Duma Estatal de Rusia, recordó que los deseos de dominación de Occidente no han desaparecido, sino que sus nuevas formas están en una agenda cuyo principal objetivo es «debilitar a los gobiernos independientes desde adentro», mediante sanciones económicas, promoviendo la inestabilidad e inseguridad internas y difundiendo narrativas falsas.
El diario The New York Times asegura que los gobiernos de Rusia e Irán muestran su unidad ante las presiones de EE. UU., lazos que podrían servir como contrapeso para Occidente. Refiere que tanto la visita del mandatario persa al Kremlin, como los planes de Moscú, Teherán y Beijing para realizar maniobras militares en el Golfo Pérsico muestran la unidad ante un adversario común.
Queda claro que tanto para Rusia como para Irán y otros países asediados por amenazas militares y sanciones económicas de Washington, los tiempos actuales no son de contemplaciones, y que en la unión estará siempre la fuerza para vencer los planes imperiales.















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