PICO DEL ÁGUILA, Mérida, Venezuela.–«Por aquí, cruzando selvas y trepando cerros, pasó la libertad», reza el letrero sobre un monumento en bronce, a 4 118 metros sobre el nivel del mar.
Los pulmones acusan falta de oxígeno, pero se respira leyenda. No solo geográfica es esta cumbre, conocida también como Collado del Cóndor, donde la estatua recuerda el cruce del Libertador en 1813, durante la Campaña Admirable, finalizada en Caracas.
Sostenidos por una voluntad que se pulía «con delectación de artista» a los 24 años, llegaron al sitio, a mitad de julio de 1952, sin saber que le agrandaba la aureola. Una tarja recuerda el hecho, como si evocara el ciclo árbol-semillas-frutos: «por aquí pasó (el Guerrillero Heroico). Iba tras los pasos de Bolívar, cabalgaba sus mismos sueños, llevaba en sus entrañas el mismo huracán…, en su pisada el gemido del inca herido y en la frente la marca de los que aman a la humanidad».
La placa lleva grabado el símbolo de la campaña por la liberación de los Cinco Héroes cubanos, que estuvieron de regreso en la patria en fecha igual a la que despidiera físicamente de este mundo al Libertador, 184 años antes.
Bolívar, el Che Guevara, los Cinco. Latinoamérica desde el Collado del Cóndor se revela, en su perspectiva esencial, como un bosque de la misma raíz.
Tal es, en su devenir, nuestro americano paisaje, una obra de precursores de mano en mano embellecida con el pincel fundador. De Bolívar, Sucre, Martí, «pintores» de ayer, heredaron otros la vocación. En Fidel, Chávez, Evo, Lula, se inspiran pueblos enteros.
Reencarnado en millones, el ímpetu de aquellos «soldados descalzos» anima hoy a 585 cubanas y cubanos, savia de antecesores en 18 centros de Diagnóstico Integral de salud; «cruzando selvas y trepando cerros» desafiaron los páramos imponentes, y cuidan de los necesitados en los espléndidos valles de Mérida. Hermosos tintes de humanidad.
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