ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

No podríamos estar más de acuerdo con Joe Biden cuando aseguró, en el discurso inaugural de la cumbre convocada por su gobierno, que «la democracia no ocurre por accidente, por lo que cada generación tiene que renovarla».

No deja de tener razón el mandatario estadounidense, la lucha por la democracia forma parte del accionar de la humanidad en su devenir histórico, es una lucha llena de riesgos, repleta de emboscadas armadas por los poderosos.

Por hacer cumplir los ideales de igualdad y justicia se han levantado los pueblos y lo han dado todo, para terminar muchas veces defraudados por la oligarquía oportunista que se vale de ellos para encumbrarse y dominar.

En su nombre se han cometido y se cometen los peores crímenes, se discrimina, se excluye, se invade, se bloquea, se sanciona y se condena al hambre, a la enfermedad y a la muerte a todo aquel que no se pliega a los intereses de una exigua minoría de magnates, verdaderos dueños del poder en este mundo.

Un buen ejemplo de esa exclusión es la misma Cumbre para la que fueron seleccionados meticulosamente los asistentes, no por su talante democrático, sino por su adhesión al gobierno que convocó el encuentro.

También mencionó Biden, en su interlocución, «los sostenidos y alarmantes desafíos a la democracia y los derechos humanos en todo el mundo por parte de gobiernos autoritarios, que hacen que la democracia necesite defensores».

Sin duda, esta parte del discurso es toda una joya; ningún gobierno en el mundo desafía y pone en peligro la democracia y viola los derechos humanos como el suyo. Ejemplos sobran, precisamente muchos de los que defienden esos derechos fueron relegados del foro, no se encontraban allí.

De «muy rara» calificó la lista de invitados Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de análisis regional con sede en Washington, a BBC Mundo.

Pero no hay nada raro en la lista, nunca ha sido más clara una convocatoria que esconde, además, una sutil amenaza o, al menos, una advertencia para los insumisos, contradictores o posibles rebeldes. Sabemos cómo EE. UU. reparte su democracia en el mundo.

Es cierto que los gobiernos de los humildes, por los humildes y para los humildes no surgen por accidente. A los cubanos nos costó más de cien años de lucha y la sangre generosa de los mejores hijos de esta tierra.

Creemos en la democracia, la cultivamos cada día. Inconformes como somos, no descansamos en nuestro empeño por perfeccionarla y, sobre todo, por defenderla.

Con penas y sin gloria concluyó la Cumbre de los que «se portan bien», según la norma imperial. Mientras, el mundo miraba preocupado hacia Eurasia, escuchaba los desplantes guerreros de la otan en Ucrania, y las transnacionales farmacéuticas ganaban millones con el anuncio de la nueva mutación del SARS-COV-2.

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