Miente, miente que algo quedará; cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá. La frase, que se atribuye a Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración pública y la propaganda del Tercer Reich alemán, entre 1933 y 1945, parece encontrar hoy asiento en primera fila en la cumbre antidemocrática convocada por Estados Unidos.
Según lo previsto por los organizadores, los debates se centrarán en torno a tres temas claves: defensa ante el autoritarismo, abordar y combatir la corrupción, y promover el respeto por los derechos humanos.
Por supuesto que los países «autoritarios» son todos aquellos que no se subordinan a la hegemonía de Washington y no aquellos que, de manera tiránica, pretenden regir los destinos del mundo; por ejemplo, los señores convocantes del foro.
Pretender abordar y combatir la corrupción teniendo entre sus invitados a un corrupto como Juan Guaidó parece una broma. ¿Será que la Cumbre le pedirá cuentas por el robo de los activos y recursos del pueblo venezolano? No lo creo, ellos saben que Guaidó es un corrupto, pero es su corrupto, por obra y gracia de la estrategia desestabilizadora contra la patria de Bolívar y Chávez.
Promover el respeto de los derechos humanos es otro de los puntos esenciales del foro «democrático». A lo mejor la Cumbre exige el cierre definitivo de la cárcel ilegal en la base militar estadounidense en Guantánamo, o denuncia las torturas que allí se cometen; quizá ocurra un milagro y los invitados se pronuncien contra la represión de los manifestantes en Colombia y Chile.
¿Acaso los caballeros andantes protectores de los derechos humanos establecerán medidas para proteger a los homeless que deambulan sin esperanzas por las calles de las grandes urbes del norte, o dedicarán una parte del enorme presupuesto militar yanqui a salvar de la droga y la muerte a millones de estadounidenses?
Pero eso no ocurrirá en este evento. Se condenará, en este mundo al revés, construido por una maquinaria de falsedades que despertaría la envidia del señor Goebbels y sus correligionarios, a Cuba, Nicaragua y Venezuela, calificados de antemano como eje del mal.
Se arremeterá contra China y Rusia y se pondrá, como ejemplo de respeto a los derechos humanos y la democracia, entre otros, a Colombia. Ya lo hizo recientemente alguien, sin importar falsos positivos, asesinatos de líderes sociales, represión policial y abusos cometidos por el gobierno de Iván Duque.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, es otra máxima goebbeliana que ya ha perdido su derecho de autor original, para convertirse en un axioma de la política exterior estadounidense.
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