ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La victoria de Xiomara Castro, aunque contundente, no debe interpretarse para nada como un camino expedito a lo que han dado en llamar la «refundación de Honduras».  Foto: La Prensa

En Honduras parece emerger la esperanza en 10 millones de ciudadanos mantenidos por décadas bajo el manto de la pobreza, la violencia, la corrupción y el desgobierno.
Hoy, el pequeño país centroamericano acaba de «hacer historia» con el triunfo en las elecciones presidenciales de Xiomara Castro, de tendencia popular de izquierda y que llega al cargo como la primera mujer que en 200 años es elegida como jefa de Estado en esa nación.

Confluían además, en el actual panorama hondureño, la alternancia del poder entre los partidos Liberal de Honduras y el Nacional de Honduras (actualmente en el poder). En 2011 surge el Partido Libertad y Refundación como tercera fuerza política.

El triunfo de quien desde enero próximo asumirá la presidencia en Honduras, se hace más significativo si se tienen en cuenta factores como el poder de la derecha adinerada y el conservadurismo, más el debilitamiento de los sectores de izquierda que, como ocurre en muchos otros países de la región, no han encontrado la forma de limar asperezas internas y poner la unidad en el centro de la gran batalla, aún pendiente de librar.

En los recientes comicios se rompieron varios mitos: la limitada asistencia a las urnas fue vencida por una concurrencia mayor del 60 % de los votantes, y el prejuicio de que una mujer pueda conducir los destinos del país se echó abajo y se cimentó con el triunfo de las agrupaciones políticas conglomeradas en torno a la candidata Xiomara Castro y su Partido Libertad y Refundación.
El más cercano de los contrincantes, Nasry «Papi» Asfura, alcalde de la capital hondureña  y candidato del gobernante Partido Nacional (pn, derecha) fue superado por  más de un 20 % de sufragios.

La victoria de Xiomara Castro, aunque contundente, no debe interpretarse para nada como un camino expedito a lo que han dado en llamar la «refundación de Honduras», aun cuando la ganadora tenga a su favor, además, contar con mayoría en el Congreso y en las alcaldías.

Se trata de que el país requiere una transformación, no solo estructural y partidista, sino cambiar la matriz de una nación con más del 50 % de su población viviendo en la pobreza, una corrupción galopante impregnada como un  quiste hasta en los más altos niveles gubernamentales, un alto grado de violencia y otros flagelos que provocan la migración masiva de sus habitantes, jóvenes en la mayoría de los casos, en busca de fuentes de empleo, principalmente en Estados Unidos.

En el plano internacional, la gobernante tendrá que lidiar con el fenómeno adverso y generalizado en la región: la presencia de una política hostil e injerencista por parte de los gobiernos de Estados Unidos, y muy específicamente, cuando se trata de un país donde el Pentágono estadounidense cuenta con una base militar, que ha sido utilizada como cabeza de playa  contra movimientos revolucionarios y progresistas en la región.

En fin, la victoria de Xiomara Castro tiene el aliento de una vuelta a la esperanza en un país colmado de frustraciones y malos gobiernos.

Reconstruir la nación es la gran misión, que solo se podrá cumplir con la unión de todas las fuerzas progresistas y ejerciendo un poder inclusivo, donde el bienestar del pueblo sea el objetivo fundamental.

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