ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Getty Images

Han pasado 20 años desde el aciago día en que un ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York convirtió al mundo en un espacio más vulnerable, a expensas de lo que decidan los gobiernos de EE. UU.

El hecho, condenable desde todos los puntos de vista, concentró la atención mediática internacional, y las imágenes, donde se ven las Torres derrumbarse tras el impacto de los aviones suicidas, se convirtieron en patrón de identificación para el terrorismo, como si no existieran «otros terrorismos», precisamente salidos del país agredido ese 11 de septiembre de 2001.

No han sido estas las únicas «Torres…» que han caído bajo la metralla. Son muchas, y pudieran contarse desde el momento mismo en que, el 6 y el 9 de agosto de 1945, el entonces presidente estadounidense, Harry S. Truman, ordenó lanzar las bombas atómicas a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el acto más salvaje cometido contra la humanidad, donde murieron o fueron mutiladas más de 200 000 personas.

Desde las acciones en Nueva York, los gobiernos estadounidenses lanzaron ataques –menos mediáticos pero muy letales– a la antigua Yugoslavia; a Afganistán, invadido y ocupado; a Irak, convertido en un verdadero polígono de prácticas, no solo de tiro, sino de bombas y cohetes con uranio empobrecido, centro de torturas aberrantes y de ocupación de recursos que desangran económicamente al país.

Siria también sufre el terrorismo al estilo de las Gemelas cuando los bombardeos ocasionan «daños colaterales», término acuñado por el Pentágono cuando matan a civiles, entre ellos a familias completas.

No son edificios levantados en el Bajo Manhattan, símbolos de la opulencia de un sistema, donde lamentablemente murieron personas inocentes. Las de Afganistán, Iraq, Libia o Siria pueden haber sido viviendas de barro o mezquitas, edificios familiares o pueblitos típicos de culturas medievales, pero dentro de ellos también vivían seres humanos, y sus vidas –y sus muertes– cuentan, aunque el mundo mediático se empeñe en ignorarlo.     

Por todo ello, este 11 de septiembre amerita una reflexión para quienes todavía se aferran al lenguaje de las guerras y las sanciones; los mismos que han practicado y practican el terrorismo de Estado; los que se convirtieron en los únicos que han lanzado artefactos nucleares contra poblaciones civiles, los que se aferran a un lenguaje de hostilidad y amenazas en pleno siglo XXI.

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Angel E. Rivero Olivera dijo:

1

11 de septiembre de 2021

08:42:46


Condenamos el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones. El BLOQUEO a CUBA también es terrorista.

Ivan Del Bianco dijo:

2

11 de septiembre de 2021

15:45:22


Lo único real del 11 de septiembre de 2001 son y siguen siendo las casi 3.000 víctimas inocentes. Tal como lo hicieron en otras ocasiones, incluso el 5 de febrero de 1898 con el barco del Maine en CUBA, o el 2 de agosto de 1964 en el incidente del Golfo de Tonkin, la historia y los hechos dicen que incluso hace 20 años, todo lo que sucedió, fue para los Estados Unidos de América solo una excusa para seguir haciendo lo que han hecho desde su nacimiento, ¡la guerra! Si después de 20 años todavía hay quien cree que una decena de beduinos fueron los responsables de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001, es creer que mickey mouse, papa noel, la cenicienta, los pitufos y otros como ellos son reales! Conmemorar a los muertos está bien, pero seguir celebrando un evento como este vigésimo aniversario, seguir mintiendo y seguir invirtiendo el papel entre terroristas y víctimas es hipócrita. Dicho esto, dejo claro que, en mi opinión, los Estados Unidos ciertamente no son las víctimas. De hecho, si recordamos todos los millones de muertes que lo yanquis han sembrado en su corta historia, tendríamos que celebrar una ceremonia a la semana, tal vez incluso dos. Aclaro que me duele mucho por las victimas inocentes, pero el CHe dijo justo, de ellos no se puede confiar nada.