ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Joven médico graduado en Cuba, durante una manifestación en Cisjordania a favor de Palestina y del cese del genocidio israelita. Foto Tomada del FB de Tere Felipe Foto: Tomada de Facebook

Durante el sagrado mes del Ramadán tradicionalmente los días son más lindos, sin embargo, para la inmensa mayoría de nuestros hermanos palestinos, el Eid al Fitr de este calendario ha venido manchado de más sangre. Mientras Gaza sufre la más brutal represión, los grandes medios nos intentan anestesiar para que permanezcamos indiferentes.

En este contexto indigna que las calles de Colombia ardan y un genuflexo Almagro dialogue distendido con el embajador de ese país, mientras tuitea su solidaridad con el régimen de Israel por los cohetes que Hamas hace caer en defensa de una tierra que les ha sido arrebatada ante la impunidad de la comunidad internacional y con el apoyo político, inmoral y militar de Estados Unidos.

Hace más de una década, cuando cumplía misión diplomática en Damasco, tuve el primer contacto cercano con los hermanos palestinos. Históricamente ese país acoge como hijos a miles de palestinos refugiados, obligados por sus terribles circunstancias a vivir fuera de su tierra amada. Los lugares donde radican se les conocen como Campamentos de palestinos.

Aquella noche yo estaba lejos de imaginar que viviría una experiencia que me marcaría para siempre en uno de esos campamentos. El frío de aquel enero no impidió que el local estuviera repleto, así como que desde que llegamos recibiéramos a cada paso la sonrisa y el afecto.

A los pocos minutos empezó una conferencia sobre José Martí. En la presentación se aludió a su pensamiento: «Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra...». El auditorio hizo un silencio cortante, hasta la frase: «Mi honda es la de David...», entonces se esparció un rumor incómodo, como un zumbido, al punto de que hubo que preguntar qué pasaba. No sabía que David se asociaba a Israel. De hecho, su bandera es «la estrella de David», y que, por alguna interpretación tendenciosa, Goliat sería Palestina ante el «sufrido» Israel. Se entendería entonces por qué la confusión de los presentes, para quienes, además, las piedras son armas casi sagradas.

Sí, aquella noche la recuerdo como hoy y fue determinante en mi compromiso con su causa. No hubo que aclarar mucho desde nuestra tribuna. Varios dirigentes palestinos explicaron ampliamente a los presentes que esas ideas de José Martí son anteriores al conflicto de ellos, y que en el sentir de los cubanos estaban relacionadas con la lucha contra el imperialismo yanqui, y con la condición de isla pequeña frente al imperio. Nunca nos motivó disminuir a nuestra entrañable Palestina.

En estos días, además de aquella vivencia aleccionadora, he recordado a Fidel, quien nos alertó de una nueva y repugnante forma de fascismo: «El genocidio de los nazis contra los judíos cosechó el odio de todos los pueblos de la tierra. ¿Por qué cree el gobierno de ese país que el mundo será insensible a este macabro genocidio que hoy se está cometiendo contra el pueblo palestino? ¿Acaso se espera que ignore cuánto hay de complicidad por parte del imperio norteamericano en esta desvergonzada masacre?». Su claro mensaje reafirma nuestros principios. Cuba no se callará ni dejará de luchar por esa causa, a la vez que se defiende y avanza, porque al salvarse, salva.

 

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