Tienen, uno 16 años, y el otro 17, por lo tanto, son menores de edad. Seguro que son parte de los millones de niños cubanos que han recibido educación gratuita, o que cuando enferman se les brinda atención médica esmerada y sin costo alguno.
Dioni Omar Revé Quiala, de 17 años, y su primo Brailon Lionatan Frómeta Limonta, de 16, aparecieron una noche en el noticiero de televisión, donde explicaron cómo contactaron, a través de Facebook, con la contrarrevolucionaria radicada en Miami, Yamila Betancourt García, quien los «contrató» por mil pesos para que tiraran piedras contra instalaciones de su ciudad.
Viven en Guantánamo, una provincia cubana que sufre desde hace más de cien años, tener enquistada una base militar y posteriormente un centro de torturas de Estados Unidos, el mismo país que «recluta» a casi niños, como ellos, que alberga a terroristas y apátridas, quienes por unos pocos pesos persisten en quebrar la obra revolucionaria, de la cual el territorio más oriental de Cuba es uno de sus ejemplos.
Pero recordemos que no es la primera vez que el imperio se empeña en hacer daño a un noble pueblo. Desde la ilegal Base, fueron varias las provocaciones contra nuestros soldados, e incluso, allí fueron vilmente asesinados los combatientes Ramón López Peña y Luis Ramírez López.
También el territorio, en 1970, fue escenario de un desembarco de mercenarios pagados y armados por EE. UU., que llegaron al lugar conocido por Punta Silencio, en La Máquina, cercano a Baracoa, y asesinaron a varios combatientes.
Recuerdo que el general de división Raúl Menéndez Tomassevich, al frente de las operaciones de captura en la que participábamos tres periodistas, nos sugería siempre entrevistar a cada uno de ellos inmediatamente que fueran apresados. «Primero lo hacen ustedes y luego, con esa información, los interrogo yo», nos decía el alto militar cubano. Y así lo hicimos.
Hasta allí llegó Fidel, quien siempre estaba a la vanguardia de cada batalla. Habló sobre el ejemplo que constituían los combatientes caídos, y orientó organizar las fuerzas para capturar hasta el último de los infiltrados.
Un día después, al caer prisionero uno de los mercenarios, declaró, entre asustado y acobardado, que revisáramos su fusil AR-15, para que se comprobara que él no había disparado ningún tiro, que a él lo embarcaron en esa acción. Pero lo más impactante fue cuando, al preguntarle dónde había pasado la noche, nos dijo, «allí, me metí bajo las ramas secas del café y oí todo lo que dijo Fidel». El propio Tomassevich comprobó que ese mercenario, con un fusil moderno se había escondido a no más de 40 metros del lugar desde donde habló el Comandante en Jefe.
Conocer aquella muestra del valor, la dignidad y el ejemplo que siempre constituyó Fidel, no solo dio confianza a quienes participaron en la captura de viles apátridas, sino, a los que a lo largo de los años, allí, en Guantánamo, como en toda Cuba, estamos convencidos de que, ni mercenarios invasores como entonces, ni quienes ahora, desde Miami pagan a adolescentes para hacer acciones terroristas, podrán cambiar un ápice del rumbo revolucionario escogido. Guantánamo no lo permitirá. Cuba no lo permitirá. Estoy seguro.















COMENTAR
Renez dijo:
1
25 de febrero de 2021
14:49:44
Responder comentario