Todo parece indicar que la culminación del proceso electoral en Ecuador atraviesa caminos enlodados y con actores ya conocidos en la cita a las urnas en Bolivia, auspiciadores del golpe de Estado en 2019.
Me refiero a la OEA, cuyo secretario general, Luis Almagro, a la par que el Gobierno de Estados Unidos, ha salido, en el primero de los casos, como sacado de un sombrero de magia, para felicitar a los dos candidatos en disputa frente a Arauz, y también congratuló al poder electoral por garantizar, con ese paso, la «apertura y transparencia».
Ahora la misión de observadores de la institución regional, convocada a Quito, ha manifestado su preocupación por la falta de definición en los comicios, y ha instado enérgicamente al Consejo Electoral, a garantizar el cumplimiento del proceso.
Prefiero dudar de la sinceridad de la OEA, o es que la victoria del candidato Arauz, en la primera vuelta, cogió movido a Almagro y a sus mentores, y ahora tratan de encontrar fórmulas donde coincidan criterios –y votos– de los aspirantes Lasso y Yaku Pérez, para que, en la segunda vuelta del próximo 11 de abril, «vayan con todo» contra el candidato de la agrupación Unión por la Esperanza.
El viernes pasado, en una reunión auspiciada por el CNE, bajo la observación de la OEA, los dos aspirantes estuvieron de acuerdo en pedir que se reabra el 100 % de las urnas en la provincia de Guayas, y el 50 % en otras 16; todo, a partir de una exigencia de Yaku Pérez, por considerar que hubo fraude. Sin embargo, al parecer, Lasso ha cambiado ciertos términos.
A esto se sumó un hecho para crear más incertidumbre y demorar la programada segunda vuelta electoral, como si fuera parte de un guion ya establecido.
De pronto, se apareció en la capital ecuatoriana, el fiscal general de Colombia, Francisco Barbosa, coincidiendo –mucho ojo con esta casualidad– con una nota publicada por la revista colombiana Semana, que afirmó, sin prueba alguna, que Arauz había recibido financiamiento para su campaña electoral por parte de la guerrilla colombiana Ejército de Liberación Nacional (ELN).
El expresidente Ernesto Samper calificó la visita del fiscal de su país a Ecuador como una «interferencia del actual gobierno colombiano en las elecciones ecuatorianas, con el objetivo de perjudicar la candidatura de Arauz».
Así las cosas, sigue en pausa el resultado electoral definitivo, en una nación cuya actual presidencia de Lenín Moreno entrega, a quien resulte el nuevo mandatario, no más que con indicadores negativos en lo económico, social, de salud, manejo de la pandemia, endeudamiento millonario con el FMI, ruptura total con los mecanismos de integración regional y otras etcéteras que mucho ha padecido el pueblo andino.
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