ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cientos de personas esperan en la frontera de Colombia con Panamá para cruzar y seguir al norte. Foto: Reuters

Cientos de personas esperan en la frontera de Colombia con Panamá para cruzar y seguir al norte. La mayoría, espoleada por el hambre, la persecución y la falta de opciones, se dispone a arrostrar todos los peligros para llegar a Estados Unidos, en busca de una vida diferente, estimulada por el espejismo del «American Dream».

Esa fantasía ha chocado con la política migratoria estadounidense de la saliente administración, que no solo aupó a los grupos supremacistas que disparaban a los inmigrantes, como si fuera una cacería humana, sino que separó a los padres de sus hijos, enjaulando a estos últimos como presas de un botín. Su sucesor, Joe Biden, ha firmado tres órdenes ejecutivas, una de ellas para reunir a esas familias, y las otras, para abordar las causas de la migración, los motivos que atraen a personas, fundamentalmente desde América Central, y una tercera que persigue revisar el sistema de migración legal y promover la integración e inclusión de inmigrantes.

Sin embargo, las redes de tráfico de personas, y sus intermediarios, aprovechan la incredulidad ante las viejas y nuevas disposiciones, y reúnen en la frontera colombiana a miles de personas cada año. Les prometen un tránsito seguro a manos de profesionales, pero la verdad les llega sin ungüentos, ni misericordias. Una vez que emprenden la «ruta de la muerte», el viaje, para muchos, termina donde creen que comienza. La «puerta de entrada» conduce a la región más intransitable y peligrosa de América Latina, el Tapón del Darién.

El sitio, con 575 000 hectáreas de extensión, es una selva impenetrable, de espesa vegetación que, por sus condiciones, se ha convertido en paso de narcotraficantes y bandidos de toda clase; es el reino de la delincuencia, donde la vida de las personas vale únicamente su precio como mercancía, y no rigen otras leyes que la del dinero y la del «plomo» de las armas. Ha sido campo de batalla, lugar de masacres, torturas y secuestros de civiles, y terreno de acción de comandos paramilitares de Colombia.

El peligro acecha de diversas formas, desde los afilados colmillos de una serpiente venenosa, los jaguares, el machete de un «guía», la fiebre, el agotamiento o la sed. Una vez dado el primer paso en esa jungla, se está en las manos de personas sin escrúpulos de ningún tipo, porque las violaciones, los maltratos y los asesinatos se convierten en algo normal. Si se rebasa, a los inmigrantes aún les queda un largo camino por recorrer, preñado de otros riesgos, pues tienen que atravesar toda Centroamérica y México, y luego la peligrosa frontera con EE. UU., donde una bala racista puede sellar el último minuto de su vida.

En un testimonio recogido por BBC Mundo, un sobreviviente del Darién explicó que «fueron los peores días de mi vida. No teníamos muchos recursos. Vi a la gente hundirse en el agua, porque querían cruzar los ríos, pero no sabían nadar. Después me encontré con varios jóvenes que lloraban desconsolados, pues no podían más».

Un informe de la Interpol y de la Policía Nacional de Colombia, publicado en 2020, da cuenta de que el negocio del tráfico de migrantes, a través del Darién, factura –semanalmente– cerca de un millón de dólares. Otro reporte, este de las autoridades de Panamá, refleja que capturan cada año decenas de toneladas de cocaína, las cuales son mayormente transportadas en mochilas, a través de la selva, en muchas ocasiones cargadas en las espaldas de los propios migrantes ilegales.

La cifra de muertos se desconoce, quedan en esas abultadas estadísticas ocultas de la historia de terror que acompaña al nombre de ese lugar, un paraíso de la naturaleza y, al propio tiempo, un infierno para los seres humanos.

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jose rosa dijo:

1

10 de febrero de 2021

14:24:20


señotres es tiempo de eliminar el estereotipo de inmigrantes ILEGALES. No existe tal tipo de inmigración. Los inmigrantes son INDOCUMENTADOS por queno tienen los documentos requeridos por las leyes burguesas de esos países. Ni un ser humano es ilegal. La tierra no debería tener dueños y lo ilegal es el sistema capitalista que utiliza esas frases o palabras racistas para dividir mas a la clase obrera.