ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Momento en el que Irán y el Grupo 5+1 anuncian el Acuerdo Nuclear que dos años más tarde Trump rompiera. Foto: eghtesadnews.com

Sin lugar a dudas, la tarea del presidente Joe Biden no es nada fácil. Su antecesor, Donald Trump, se propuso, y lo logró, dejarle un camino minado hacia donde él debe proyectar sus esfuerzos para revertir la caótica situación, nacional e internacional.

El regreso o no de Estados Unidos al Acuerdo Nuclear con Irán es uno de esos frentes, hasta ahora, con más especulaciones que decisiones para el regreso incondicional del país. El anterior gobernante lo abandonó unilateralmente, haciendo oídos sordos al reclamo internacional de lo que se ha considerado como una de las más importantes victorias de la diplomacia mundial.

Biden prometió, durante su campaña electoral, que en sus primeros cien días en la Casa Blanca regresaría al Acuerdo Nuclear, suscrito en 2015 entre la República Islámica de Irán y el Grupo 5+1 (entonces integrado por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China más Alemania), y que Trump tiró por la borda, en mayo de 2018, para reimponer las sanciones contra Irán.

Razón para tan absurda acción no había ninguna, pues la ONU y la comunidad internacional conocían y compartían el criterio de que Teherán cumplía con cada acápite del documento pactado. También la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), encargada de monitorear el Convenio, había informado reiteradamente que Irán honraba lo acordado.

Tras la salida de EE. UU., otros gobiernos europeos firmantes del Acuerdo condenaron esa decisión, pero no adoptaron medidas prácticas que, a criterio de las autoridades iraníes, pudieran contribuir a la reducción de los efectos de las sanciones que volvían a aplicarse por Washington. Así ha llegado, a la Casa Blanca, Joe Biden, y es, en el plano internacional, quizá uno de los asuntos más importantes que debe contemplar en su agenda.

Sin embargo, aunque adelantó que volvería al Acuerdo con Irán, el nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, explicó, ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que «la administración Biden está lista para regresar al pacto nuclear, si Teherán cumple con sus obligaciones». Por lógica, el planteamiento causó reacciones adversas en la nación persa, pues si fue Estados Unidos el que lo abandonó, tiene que ser el nuevo gobierno de ese país el que regrese a él, sin derecho a exigir nuevas condiciones.

Ante la posibilidad de retrasar el retorno al buen camino por el que transitaba la paz en torno al tema nuclear iraní, los ministros de Exteriores de Rusia, China y Europa, reunidos a través de videoconferencia, aseguraron el compromiso de «preservar el Acuerdo, sin condiciones previas ni cambios, y sin necesidad de alterar lo que se firmó en 2015».

Un obstáculo permanente es el Gobierno de Israel. No sorprende que saltara, como liebre, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ante la posible vuelta de EE. UU. al Acuerdo Nuclear con Irán, y tenga previsto el envío a Washington del director de la Agencia de Inteligencia (Mosad), Yossi Cohen, para presentar a Biden sus demandas ante un probable entendimiento con la nación persa.

Por su parte, la Cancillería china ha advertido que el imperativo del momento es que todas las partes aceleren la implementación del consenso, impulsen el regreso incondicional de Estados Unidos lo antes posible y reanuden el levantamiento de las sanciones.

Pienso que no debe existir otro paso por parte de la nueva administración estadounidense, que no sea volver al Acuerdo Nuclear con Irán, abandonar la cruel e irresponsable política de sanciones contra país alguno y llevar a la práctica una política de paz, tan necesaria y urgente para el mundo.

   

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