
Después de más de tres meses de trabajo constante en la zona roja, los integrantes de la brigada número diez del contingente Ernesto Che Guevara, que laboran en el Poliedro de Caracas, merecieron el sello de oro, distinción instituida por la Misión médica cubana en Venezuela para reconocer el esfuerzo, la entrega y el humanismo de los colaboradores en el enfrentamiento a la COVID-19.
Cuando Caracas se convirtió en epicentro de la pandemia en Venezuela, el hospital especial intermedio de campaña, emplazado en ese gigante polifuncional, la ayudó a respirar mejor con el apoyo solidario de Cuba que oxigena, con solidaridad, las expectativas de vida de los enfermos.
La instalación sanitaria temporal se convirtió en el pulmón de la populosa urbe y acogió también a pacientes sospechosos y enfermos con síntomas moderados de los estados de La Guaira y Miranda, refiere el doctor Reinol Delfín García Moreiro, jefe de la misión médica cubana en Venezuela.
«En el mes de julio, solo en el Distrito Capital, la cifra de casos positivos al SARS-COV-2 sobrepasaba los 3 000, y el Gobierno bolivariano, en su afán de proteger al pueblo, tomó la decisión de fundar este centro», recuerda García Moreiro, y agrega que se evitó que los servicios médicos colapsaran.
En ese periodo fueron atendidos más de 1 246 pacientes, de ellos 772 con pcr positivo. El índice de recuperación fue del 85 % y el de letalidad del 0,2 %, confirmó el doctor holguinero Luis Arley González Sánchez, jefe de la brigada.















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