Cada vez estábamos más cerca de las elecciones generales en Bolivia; o eso creíamos, porque el Tribunal Supremo Electoral decidió, el pasado 24 de julio, postergarlas para el mes de octubre.
La respuesta no se hizo esperar: la Central Obrera Boliviana (COB) se movilizó de inmediato en las calles, y ahora preparan una huelga general y el bloqueo de las principales carreteras si el Gobierno persiste en su propósito de cambiar las elecciones, por segunda vez en un año.
Por otro lado, organizaciones sociales con sede en El Alto se sumaron a las movilizaciones que convocó la cob, bajo el lema: «El Alto de pie, nunca de rodillas».
En las movilizaciones participan unas 15 organizaciones sociales, indígenas y gremiales de todo el país.
«El gobierno de facto quiere ganar más tiempo para continuar con la persecución contra dirigentes sociales y contra candidatos del Movimiento al Socialismo (MAS). Esa es otra forma de proscripción. Por eso no quiere elecciones el 6 de septiembre», escribió Evo Morales en Twitter.
La situación del país es bien compleja: una presidenta que llegó al poder sin voto alguno, fruto de un golpe de Estado; se reconfiguró el órgano Electoral; Evo Morales exiliado y acusado falsamente de terrorismo; un sinnúmero de decisiones en materia económica e internacional bastante fallidas, y como corona, una pandemia que ha cobrado la vida a cerca de 3 000 ciudadanos.
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) realizó una encuesta, publicada en Russia Today, que brinda datos útiles para disponer de algunas pistas en el complejo escenario boliviano.
Según el estudio, en estos momentos cerca del 80 % de los encuestados ve negativamente a Jeanine Áñez, al mismo tiempo aumenta el descontento por su gestión de la economía
(65 %) y de la pandemia (60 %). Nada, que la golpista Áñez es rechazada por su propia gestión. Ahora sola queda ver si continuará hasta el final de la actuación o se bajará del escenario antes de que cierre el telón.
En esta obra con final incierto, la permanencia del golpe militar está aún
presente, mientras se acentúa el empobrecimiento de la población boliviana. En poco tiempo la economía ha descendido hasta indicadores muy negativos: el 38 % de los encuestados por Celag ha dejado de recibir la totalidad de los ingresos, el 52 % una parte de ellos, y el 64 % considera que las ayudas económicas del actual Gobierno fueron insuficientes. En tanto, el 70 % está en contra de las privatizaciones de servicios básicos y sectores estratégicos, el 74 % valora el rol del Estado en la economía, un 90 % desea ampliar el sistema público único de Salud, el 62 % está a favor de suspender el pago de la deuda y renegociar, y un 64 % respalda impuestos que afecten a los superricos.
Además, ni el golpe de Estado, ni la represión, ni la persecución judicial y mediática logran hacer desaparecer la principal fuerza política del país. El candidato del Movimiento al Socialismo (mas), Luis Arce, goza de un 41,9 % de intención de voto. Su principal contrincante, Carlos Mesa, queda lejos, con un 26,8 %.
Las encuestas demuestran la aceptación con que cuenta el mas, pero todo demuestra que los responsables del golpe de Estado no dejarán que gane tan fácilmente las elecciones.
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