En momentos en que el mundo es azotado por una de las más peligrosas pandemias en la historia de la humanidad, Estados Unidos se arma para la guerra. Destina millonarios recursos a este sector, por encima de servicios básicos como la Salud, en el país con más casos confirmados a la COVID-19 en el planeta.
«Con casi tres millones de efectivos en servicio, 4 800 sitios de defensa en todos los continentes y un presupuesto anual de más de 700 000 millones de dólares, el ejército de EE.UU. es considerado la principal fuerza de combate del orbe», según CNN.
En medio de la crisis generada por el nuevo coronavirus, Washington moderniza aceleradamente sus Fuerzas Armadas, incluidas las nucleares. Así lo manifestó el mandatario Donald Trump, por diferentes medios, incluidas las redes sociales.
La poderosa nación apresura, además, la búsqueda de armas hipersónicas. El 20 de mayo de 2020, el jefe de la Casa Blanca anunciaba la intención de gastar lo que sea necesario: «Nuestro objetivo es, simplemente, dominar los campos de batalla futuros».
Puso énfasis en que ha gastado más de 2,5 billones de dólares en la actualización del Ejército durante su Gobierno, más que, según él, cualquier otro Presidente estadounidense.
«Tenemos armas que ruego a Dios que no tengamos nunca que usar», se vanaglorió.
Los gastos militares en el mundo experimentaron en 2019, el mayor aumento de los diez últimos años, de acuerdo con un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (Sipri), publicado el 27 de abril pasado. El récord histórico lo mantiene Estados Unidos, que aumentó 5,3 % en 2019, hasta 732 000 millones de dólares, el 38 % del total mundial.
En momentos en que el planeta se encuentra ante una recesión económica, los gobiernos deberían reconsiderar el gasto militar y atender otros sectores priorizados que muestran su debilidad ante la pandemia.
Si Estados Unidos hubiera invertido el 10 % de los gastos militares en fortalecer su sistema de Salud Pública, no tendría que enfrentar hoy la penosa situación en que se encuentra. Nadie pudo imaginar que en la primera potencia económica colapsaran las salas de emergencia y las unidades de cuidados intensivos (UCI), no dieran abasto los médicos y paramédicos, y faltaran equipamientos, camas y medicamentos.
La experiencia de la pandemia indica a la Casa Blanca sus carencias de cara a su propio pueblo, la falta de recursos para sectores como Salud y Educación, mientras mantiene enormes gastos militares y ataca los programas de cooperación sanitaria cubana con otros pueblos.
«Médicos y no bombas», dijo Fidel, porque eso necesita la humanidad para salvarse. Ciego a esa filosofía va Estados Unidos por el mundo; un ojo abierto a la guerra, el otro, dedicado a perseguir a quienes, como Cuba, van por las mismas rutas, para salvar.
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Alberto Aruajo dijo:
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28 de junio de 2020
03:00:49
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