El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha puesto el pie en el acelerador, al parecer preocupado porque también le puedan pasar la cuenta si echan de la Casa Blanca a su jefe, Donald Trump, en las elecciones presidenciales de noviembre próximo, y a diario incrimina a algún país, gobierno o institución internacional, de no respetar los derechos humanos, tal cual hace su propia nación.
Ha hecho de la mentira su carta favorita, y de la manipulación su modus operandi.
Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Rusia, Irán, y otros muchos países «malos», son acusados reiteradamente de violar dichos preceptos, y ahora le ha llegado el turno al Consejo de Derechos Humanos de la onu, al que acaba de inculpar de «hipócrita», por haber condenado el racismo y la brutalidad policial contra los negros en Estados Unidos.
No se conformó con ese calificativo y acusó a dicha institución de «haber sido y seguir siendo un refugio de dictadores y democracias que los complacen», por lo que su Gobierno la abandonó en 2018.
Y el chiste mayor: «Si el Consejo fuera honesto, reconocería las fortalezas de la democracia estadounidense», ha sugerido cínicamente el secretario de Estado yanqui.
Tal parece que la invitación es a que la onu y su Consejo de Derechos Humanos reconozcan que si un policía blanco mata a un ciudadano negro es una acción ejemplar de cómo un Gobierno respeta los derechos humanos. Al menos así piensan y actúan Mike Pompeo y su amo Trump.
Este mismo personaje también desbarró cuando el Gobierno legítimo de Venezuela, encabezado por Nicolás Maduro, obtuvo un escaño en ese órgano de la ONU, y a la vez aseguró el apoyo de Washington al impostor, autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, un parásito con factura Made in usa.
De Cuba, qué decir. Pompeo ya no sabe qué mentira reciclar. Pretende especializarse en difamar a los médicos cubanos que brindan solidaridad y vida por todo el mundo, mientras da la espalda a la realidad actual de Estados Unidos: racismo exacerbado, muerte y maltrato de negros y un Presidente obstinado, que no ha sido capaz de controlar el creciente brote de la covid-19, que privilegia la apertura económica sobre la vida de los seres humanos, mientras las cifras de contagios allí superan los 2 300 000 y los fallecidos las 122 000 personas.
Lo que sucede en la política estadounidense, y con sus máximos exponentes, es tan abominable como los propios argumentos que sostienen cuando hablan de derechos humanos. El patrón es Estados Unidos, y cuando se trata de democracia, sucede lo mismo. ¿Realmente ellos se creerán lo que pretenden hacer creer al mundo?















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Cristina Theys dijo:
1
25 de junio de 2020
01:58:27
Job dijo:
2
25 de junio de 2020
07:50:08
jose marrero marrero dijo:
3
25 de junio de 2020
08:42:11
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