La derecha latinoamericana persigue, por todas las vías posibles, agenciarse el poder político en la región, ya sea por medio de la judicialización de sus adversarios, las campañas de descrédito contra los líderes progresistas y, más recientemente, a través de la obstaculización de los procesos electorales, como en el caso de Bolivia.
En esta nación sudamericana tratan de proscribir al Movimiento al Socialismo (mas), cuyos candidatos, Luis Arce y David Choquehuanca, son la esperanza para los desposeídos. Las elecciones tienen fecha –por fin– para el 6 de septiembre próximo, después de los ultimatos dados al gobierno golpista de Jeanine Áñez por las organizaciones sociales, que resisten en una lucha popular ante la anarquía impuesta por las instituciones estatales y la incapacidad para controlar la pandemia del nuevo coronavirus.
Inmediatamente después de producirse el golpe de Estado, se quiso abrir una causa contra Evo Morales, que ya no estaba en el país, por sedición e incitar a las protestas producidas en el mes de diciembre. Igualmente, en varias ocasiones el mas denunció la acusación de la derecha sobre el supuesto fraude cometido en los comicios realizados en el mes de octubre de 2019, del cual aún no se ha podido presentar prueba alguna. Incluso, la Organización de Estados Americanos (oea) divulgó información donde se infiere una rectificación en su posición de tildar de fraudulento ese proceso electoral ampliamente ganado por el exmandatario boliviano, Evo Morales.
No hay duda, de que este escenario ha sido estimulado por Washington. Varios tuits del líder indígena boliviano denuncian estas pretensiones y alertan acerca del servilismo de la actual presidencia del país a los mandatos de Estados Unidos, con el acecho de sus empresas para apoderarse de los recursos naturales de la nación.
«El nivel de desprestigio al que el gobierno de facto ha llevado nuestra política exterior solo se veía en la época del neoliberalismo. Sigue ee. uu. en su plan contra la integración de América Latina: destruir la Unasur, paralizar la Celac, sumarse al Grupo de Lima y ahora dañar el bid (Banco Interamericano de Desarrollo)», remarcó Evo Morales en su cuenta en la red social Twitter.
Con anterioridad, señaló: «Bolivia debe recuperar la democracia para que también recuperemos la dignidad de nuestra política exterior».
Otro ejemplo lo vemos en Ecuador, donde la Corte de Justicia condenó a ocho años de prisión al expresidente Rafael Correa y a su exvicepresidente Jorge Glas. Ese fallo lo imposibilita de participar en política por 25 años y también incluye a otros 11 exfuncionarios.
Algo similar ocurrió en otras naciones para favorecer a los representantes de las políticas neoliberales. Recordemos el injusto encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil; la persecución judicial contra Cristina Fernández, en Argentina, e incluso las acusaciones de corrupción de Gustavo Petro, en Colombia, para beneficiar a Iván Duque.
Estas sucias maniobras políticas permiten hoy a los gobiernos neoliberales del continente dispersar la atención de su mal manejo de la pandemia, y ganar tiempo en concretar el paquete de medidas para la entrega de los recursos naturales a las grandes transnacionales y a la megaminería contaminante, principalmente de capital estadounidense.
Cabe una pregunta: ¿Este accionar es una fórmula dictada por la Casa Blanca o una estrategia manida de las oligarquías nacionales? Los hechos demuestran una combinación de fuerzas de ambos poderes para conquistar vilmente sus intereses, en detrimento de las grandes mayorías. Frente a esta estrategia, urge la reactivación de las fuerzas progresistas, conscientes de que solo la unidad de los pueblos puede derrotar a la derecha regional.















COMENTAR
Raul Guerra dijo:
1
24 de junio de 2020
10:00:22
Condorcanqui dijo:
2
25 de junio de 2020
00:53:30
Responder comentario