ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Acto de protesta contra el calentamiento global durante la reunión del Foro de Davos, en Suiza. Foto: Reuters

Cincuenta años es tiempo más que suficiente para evaluar resultados de algún proyecto, programa o institución. El Foro Económico de Davos cumple esa edad y año tras año emerge como una pasarela del sistema capitalista, donde los ricos van a exhibir sus «beneficios» para el planeta y cuando es invitado algún representante de un país del Tercer Mundo, sus discursos parecen congelarse en los fríos Alpes suizos, sede de dicho convite.

Me he preguntado qué es realmente Davos. Y la respuesta puede ser muy sencilla: «Es una exótica ciudad Suiza, a una elevación de 1 560 metros, con unos 12 000 habitantes, con el mayor campo de esquíes del país y una temperatura promedio en el mes de enero entre -3 y -10 grados».

Ahora bien, la respuesta se complica cuando se trata de explicar lo que ocurre en Davos, cada año por esta fecha, quiénes son los que se dan cita allí, qué representan y… qué se resuelve en el llamado Foro de Davos.

Hacerlo implica abordar un evento que ahora cumple cinco décadas, conocido como la reunión de la élite mundial, al que bien pudiera llamársele «la vitrina del sistema capitalista».

De igual forma –y por qué no serlo–, Davos es un respiro de aire puro en aquella bella naturaleza alpina.

Según informa la agencia Bloomberg, los organizadores del Foro Económico Mundial se disponen a incrementar la tarifa anual para la categoría superior de membresía corporativa, que ahora costará 673 000 dólares. Y un ticket individual estándar para cada ejecutivo que asiste al acontecimiento llega a los 20 000 dólares.

También participan otros actores de la política y la economía internacional, así como alguno que otro dignatario de un país del Tercer Mundo, funcionarios, artistas y periodistas.

En este 2020, el Foro dio cabida hasta a un farsante de nombre  Juan Guaidó y nacionalidad venezolana, que acudió, no solo a gastar grandes sumas del dinero del que Estados Unidos le ha transferido luego de congelar los fondos de la estatal petrolera

Pvdsa, sino que fue a cabildear en busca de apoyo para lo que él llama «derrocar al régimen de Nicolás Maduro».

En Davos no está prohibido hablar sobre los 1 200 millones de hambrientos que hay en este mundo. Tampoco sobre los 800 millones de seres humanos que no saben leer ni escribir. O los millones que padecen enfermedades que podrían ser curables, pero por falta de recursos económicos causan millones de fallecidos cada año.

Allí suelen aparecer informes de instituciones internacionales que abordan la crítica situación mundial y, principalmente, las abismales diferencias entre los que más tienen y los que no tienen nada. Incluso, se habló esta vez de que, en el recién concluido año 2019, las 2 153 personas más ricas del mundo dispusieron de más dinero que 4 600 millones de los más pobres juntos, según el Comité de Oxford para el Alivio de la Hambruna (Oxfam).

Davos, en esta ocasión, se atrevió a comenzar su Foro con el abordaje del tema de los efectos del cambio climático. Pero se escogió a un presidente como Donald Trump para ser el primer orador, y si la intención de los organizadores fue buena, el personaje de marras se encargó de pisotearla.

No obstante, una adolescente de solo 17 años, la activista contra el cambio climático, Greta Thunberg, volvió a enfrentar al «monstruo» y se encargó de llamar a la conciencia mundial, en primer lugar de los gobernantes, para que hagan de la batalla contra ese flagelo algo más que un discurso, y lo conviertan en soluciones antes que sea demasiado tarde.

Pero Trump, arrogante como siempre, advirtió que «tenemos que rechazar a los eternos catastrofistas y sus predicciones de apocalipsis», acusando a quienes llamó «herederos de los insensatos adivinos del pasado» de equivocarse en cuanto al cambio climático.

La joven ambientalista sueca había dicho que: «Estamos todos luchando por el clima y por el medioambiente. Pero si lo miran desde una perspectiva general, en la práctica no se ha hecho nada. Nuestra casa está ardiendo, vuestra inacción aviva las llamas».

Un segundo momento de la irrupción de Trump en la inauguración del Foro de Davos 2020 lo dedicó a decir los más halagadores calificativos sobre el estado de la economía de su nación.

Al respecto, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, criticó el discurso de Trump, calificándolo de «asombroso», y exclamó que «es como si lo que estamos viendo con nuestros ojos no estuviera allí».

Otro que arremetió contra la arenga de Trump fue el líder del Partido Verde de Alemania, Robert Habeck: «Solo elogios a sí mismo, ignorancia, desprecio por todos, sin percepción de problemas globales. Fue el peor discurso que he escuchado en mi vida».

Por su parte, Robin Niblett, director del laboratorio de ideas Chatham House, calificó la intervención del mandatario estadounidense en Davos  como «casi un discurso de campaña presidencial».

Pero eso es Davos, una pasarela donde Donald Trump se exhibió el primer día, y dejó allí la pura sensación de que para él nada importa que no sea su ego, sus millones y su sistema excluyente.  

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