ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Coro Branshala, de México. Foto: Tomada de Facebook

A medida que avanza el XXXIII Festival Internacional de Coros de Santiago, los hospitalarios auditorios de la urbe oriental confirman que el canto hermana pueblos y permite descubrir acentos identitarios que de otra manera no alcanzarían su justa dimensión.

Fue así como en la iglesia de Santa Lucía, uno de los templos más antiguos de la ciudad, intercambiaron repertorios los mexicanos de Branshala y Voces Masculinas de Guantánamo, y un poco más tarde, en la sala Dolores, el orfeón Sant Ouen, de Francia, y el Madrigalista, en calidad de anfitrión.

Esta última cita puso de relieve la vocación de franceses que aman la tradición cantábile que les asiste, con naturalidad y buen gusto, y de manera muy especial el vigoroso repunte del coro Madrigalista de Santiago de Cuba, bajo la diligente conducción de Magaly Sánchez, una de las agrupaciones que, al igual que el Orfeón Santiago, cuenta con argumentos suficientes como para justificar que esta sea una plaza ideal para el arte vocal de conjuntos.

El Madrigalista trata de eludir rutinas en la selección del repertorio y el ordenamiento de los programas, sin que por ello dé la espalda a los estilos establecidos por la tradición coral occidental.

En Santa Lucía, los cantores de Branshala no solo mostraron sus filiaciones musicales, sino también, para disfrute del público, una variedad de trajes característicos de diversas zonas de México, porque la hermana nación en sus diferencias regionales permite apreciar desarrollos artesanales que tienen que ver tanto con los componentes étnicos y la actividad económica, como con las variaciones climáticas.

Lo mismo ocurre con el repertorio que la joven maestra Sheyla Palacios ha montado con estos aficionados que, domingo tras domingo, por pura pasión, se reúnen para cantar en Azotipan, en el estado de México, fundamentalmente versiones corales de las expresiones de la Huasteca,  aunque no podían faltar coplas jarochas ni uno de los temas de María Grever, que tanto nutren el imaginario de sus compatriotas y de los nuestros.

En reciprocidad, Voces Masculinas de Guantánamo mostró lo que tiene en cartera. Lleva muchos años luchando por hacerse notar en el extremo oriental del país, ahora bajo la dirección de Juan Carlos Salazar, a fe que consigue una muy elevada dignidad profesional.

Desde largo tiempo ha conectado con uno de los mejores compositores y arreglistas de música coral del país, que no ha dejado de residir en Guantánamo, el maestro Conrado Monier, a quien la Uneac acaba de distinguir con el Premio Anual de la Música por la obra de toda una vida.

Precisamente con una obra de Monier elevaron la temperatura de Santa Lucía, un changüí polifónico en su rítmica original, chispeante y atrevido. Una marca de identidad indispensable.   

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