Durante más de diez días, las calles de las principales ciudades ecuatorianas daban la impresión de verdaderos campos de batalla. Indígenas muertos y heridos, gases lacrimógenos y balas lanzados por la policía. Un nuevo toque de queda desde las tres de la tarde del sábado último fue la respuesta del Gobierno de ese país para tratar de sofocar las protestas contra sus medidas económicas –el paquetazo– con sello del FMI.
Ya por la noche de ese propio día, el mandatario prometió la revisión de las disposiciones adoptadas y habló de paliativos para sofocar la manifestación ciudadana.
El pueblo pide el fin del alza del combustible y de otras medidas, para entonces desarrollar un diálogo en busca de la paz necesaria.
El guion diseñado para echarle la culpa de todo al expresidente Rafael Correa y al gobierno de Venezuela no tuvo asidero alguno.
En las calles, líderes indígenas y otros exigen a la chilena Michelle Bachelet, comisionada de Derechos Humanos de la ONU, que al menos se pronuncie y condene lo que está sucediendo en el país andino. Prensa Latina refleja que la coordinadora del Movimiento Ecuatoriano Alfarista Bolivariano, Hilda Astudillo, instó a Bachelet a pronunciarse contra la masacre del pueblo ecuatoriano.
Tampoco la OEA, ni su secretario general Luis Almagro o los países del llamado Grupo de Lima han apoyado al pueblo ecuatoriano, en tanto catalogan lo que ocurre hoy en Ecuador como un «intento desestabilizador de los regímenes democráticos legítimamente constituidos».
La propia OEA, al conocer que el expresidente Correa pidió el adelanto de las elecciones, en busca de una salida pacífica, se apresuró a declarar que es «fundamental que todas las partes respeten el término constitucional por el que fue electo el presidente» y rechazó «cualquier forma de interrupción de su gobierno».
RT refiere que la Confederación Indígena de Ecuador calificó la declaración de la oea como un «posicionamiento imperialista», que «pretende minimizar la situación política que prevalece en Ecuador».
Lo que ocurre hoy en la nación andina tiene al FMI como bandera del neoliberalismo, y expresa cómo actúan a conveniencia algunos personajes e instituciones de la región, a quienes no les importan los muertos y heridos, ni los niños de los que nada se sabe, atrapados en el fuego cruzado de quienes protestan pacíficamente y son reprimidos. Este domingo comenzó el diálogo, esperamos no sufra más el pueblo.
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