La monopolización del servicio de transporte rentado, conocido como UBER, parece acentuar la precarización del trabajo. Esta empresa multinacional ha ganado titulares por funcionar en paralelo a los sistemas de taxis de cada país sin pagar impuestos y violando todo tipo de garantía laboral.
Los UBER aparecieron por primera vez en marzo de 2009, en Estados Unidos. Se trata de vehículos de alquiler contratados por los usuarios a través de software y para fijar el precio del viaje se establece la distancia a recorrer. De inmediato el conductor del auto recibe la orden, la cual se le envía al vehículo más próximo al lugar de espera, según una base de datos.
Según reportes de prensa, las compañías fundadoras son Travis Kalanick y Garrett Camp, y el nombre registrado como director ejecutivo es Dara Khosrowshahi, con oficinas centrales en la ciudad californiana de San Francisco. Para contactar el servicio, el cliente debe poseer la plataforma web instalada en su móvil, tablet o cualquier otro dispositivo, con posibilidades de realizar una llamada en tiempo real, vía digital. Luego de producirse el contacto debe introducir el punto de recogida y el de destino e inmediatamente recibe un es- timado del tiempo del viaje y el monto por su transportación que suele ser menor a un taxi legalizado de ruta.
El servicio se ha extendido por todo el mundo y puede solicitarse en 67 países en unas 400 ciudades de gran cantidad de habitantes. En Sudamérica está disponible en Argentina, Colombia, Brasil, Perú, Chile y Uruguay. También funciona en Estados Unidos y varios países de Europa.
Sin embargo, en Montevideo (Uruguay), Barcelona (España) y París (Francia), se reportan masivas marchas de protesta contra este tipo de servicio.
Para ser conductor de UBER solo se debe llenar un registro de postulación y crear un perfil en la página con el envío de la documentación personal como licencia de conducir, carta de no tener antecedentes penales, comprobante de domicilio personal y fiscal y el auto que desea registrar. Ello no es verificado y puede ser falsificado. Luego tendrá que abrirse una cuenta bancaria para las transacciones con la empresa. En algunos países se cobra el servicio por tarjeta magnética o por correo electrónico, que va directamente a la empresa, y esta solo hace una derivación del monto pactado hacia el chofer.
Los choferes contratados dispondrán de un teléfono móvil que les servirá para recibir los pedidos de los usuarios y les llegará un resumen financiero que describe las cifras por cada viaje con el monto ingresado a su cuenta. El sistema digital usa la ubicación GPS del teléfono y la de los conductores disponibles, y a través de la conectividad mediante internet asigna automáticamente la orden de servicio al auto más cercano.
Ellos deben permanecer parqueados en una zona específica para que la aplicación pueda asignarte viajes y si el destino está en la periferia resulta imposible regresar a la piquera con algún otro cliente. Como todo funciona bajo algo- ritmos, los choferes menos disponibles en las horas que a la compañía le interesan reciben menos llamadas o terminan devengando menos dinero. Por tanto, deben esperar muchas horas hasta que les entre la llamada.
Para ser parte de la empresa los conductores no precisan pagar la licencia operativa de taxi, como ocurre con el servicio convencional. En todo ello no media garantías laborales en cuanto al horario a trabajar, días de vacaciones, seguridad social, licencia por enfermedad u otro tipo de derechos. Tampoco se pueden sindicalizar porque no se conocen entre sí. Ni siquiera está establecido un salario promedio por la actividad. Se gana lo mismo trabajando de día que de noche.
Ningún organismo lo respalda ante una agresión por parte de los pasajeros u otro tipo de delincuente y se conocen varias historias de pasajeros golpeados, asaltados, y hasta violados, por usar este tipo de servicios. Al ser conductores independientes pueden ser víctimas del maltrato de sus clientes o ellos mismos cometer muchos agravios sin que sean juzgados, o sin que la policía sea notificada. Esto sucede porque UBER, como compañía, no contrata directamente a los empleados.
Las demás compañías proporcionan incluso el número de registros del taxi para denunciar cualquier eventualidad, o bien otras que se encuentran en constante comunicación con supervisores por medio de radio. Además, deben garantizar los derechos de los trabajadores conveniados con el estado.
Este tipo de multinacional obtiene grandes ganancias, no paga impuesto y se apropia de una alta plusvalía de- vengada por sus trabajadores. En fin, es un negocio rotundo para la oligarquía en detrimento de la clase trabajadora, ahora facilitado por el uso de la internet y las tecnologías de la informática y las comunicaciones.















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Jorge dijo:
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17 de agosto de 2019
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Ramon Camacho Leiva dijo:
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