
El que no supo controlar la bebida y creyó que entre más tragos consumiera, más divertida era la Navidad, pudo tener dos desenlaces: uno fatal en un accidente de tránsito y otro, menos fatal momentáneamente, el de ir a la ducha y luego a la cama a pasar la borrachera, dejando vacante el lugar donde compartía con su familia o amigos que ahora le esperan inútilmente.
Ese es un exceso en días de un diciembre que debíamos esperar con la alegría de celebrar algo, darle sentido a la vida, sea 24, 25 o 31 de diciembre, primero de enero o cualquier otro día y noche en época donde el clima nos castiga menos.
Otro exceso, más contaminante y nocivo es el de la ambición consumista que se despierta en los seres humanos por estos días. Y no es solo en Cuba, ni tiene nada que ver con nuestras restricciones económicas. Es en los países más desarrollados, en el mundo rico que impone patrones de consumo. Es en las grandes urbes, quizá rodeadas por barrios de miserias o favelas, donde una buena cantidad de sus habitantes no conoce de esos supuestos placeres de tener más de todo, aunque mucho de ese más aparezca al día siguiente en los latones de basura.
Por esta fecha, la publicidad comercial, desarrollada con toda fuerza por el sistema capitalista, se hace presente donde no es invitada e invade ojos y conciencia.
Conversando sobre el tema de la Navidad, un colega me rebatió algunos de estos «excesos» que he descrito. Su argumento, más que todo religioso, identificaba todas estas formas de festejos, con la fe cristiana, sin tener en cuenta un aspecto fundamental, como que Jesucristo en la biblia predicaba el amor al prójimo, o la solidaridad humana como se diría en nuestro tiempo, y no la depredación a que nos lleva el sistema que tiene como bandera el consumo desenfrenado en vez del compartimiento de panes y peces.
Consultando varias fuentes y despachos noticiosos de los que abundan, me doy cuenta de que el consumismo nos inyecta en las mentes una de las peores siembras que pueden denigrar al ser humano: el egoísmo y la ambición.
Confieso que, en ningún caso, intenté siquiera subestimar el apego a estas celebraciones por parte de una mayoría de la humanidad. Al contrario, me gusta sobremanera poder compartir con la familia –aunque muchas no estén completas–, con quienes llaman o hacen visitas por unos minutos; también con otros, como un buen amigo médico que se pone bravo si el 31 no vamos a su casa a festejar con su extensa familia, en la que me incluye.
Referido al tema de la Navidad y los días que la preceden, leo en una publicación española que muchos padres y madres, sometidos a la presión de sus hijos e hijas, acaban por convencerse de que para demostrar lo mucho que les quieren les tienen que comprar más regalos, y terminan sometiéndose a la dictadura de la publicidad, olvidando alternativas de consumo más justas, social y ambientalmente, como puede ser buscar juguetes de artesanía local, sin embalajes innecesarios, no sexistas ni bélicos, que estimulen la creatividad, adecuados a cada tipo de edad, con materiales naturales y biodegradables, juguetes en los que se esté pagando el producto, y no su publicidad... Además, estamos olvidando, incluso, lo más importante: que es posible jugar sin juguetes, reafirma el texto consultado.
El ejemplo anterior no es ajeno a ciertas tendencias consumistas llegadas a Cuba, en las que podemos encontrar pérdidas de valores producidas por mensajes ajenos a la formación del niño, el joven y el adulto y que para nada tienen que ver, ni con la fecha cristiana de la Navidad, ni con la construcción de país en que estamos enfrascados.
EJEMPLOS DE UNA «NUEVA NAVIDAD»
Pero «hay de todo en la viña del señor» y en la Navidad también se exacerban sentimientos para nada cristianos y mucho menos compartidos por el Jesucristo como estandarte para estas celebraciones.
Un ejemplo más que elocuente es el de una empresa estadounidense que ha decidido regalarles un arma de fuego a sus empleados con motivo de Navidad. La empresa BenShot, con sede en Hortonville (Wisconsin, EE. UU.) se dedica a la fabricación de artículos de vidrio con balas incrustadas, según reportes de Antena 3.
El copropietario de la compañía, Ben Wolfgram, ha explicado a USA Today que la iniciativa forma parte de un esfuerzo por promover la seguridad personal y la formación de equipos.
De acuerdo con la fuente citada, la mayoría de los empleados estaban entusiasmados con la idea de recibir sus pistolas. «Para nosotros, ahora, tenemos todo un personal armado. Creo que eso es bastante bueno», ha explicado el copropietario de la compañía.
«Nuestros jefes quieren que nosotros y nuestras familias nos sintamos seguros y es muy claro que apoyamos la Segunda Enmienda», dijo Chelsea Priest, una empleada, quien añadió sentirse orgullosa de trabajar para una empresa que «demuestra con acciones los principios en los que cree».
Esto conlleva a otra reflexión aparecida en el sitio ecodiario.es cuando refiere que el hecho de que en Estados Unidos una parte de la población está a favor del uso de armas no es ninguna novedad, pero que una empresa de Wisconsin lo lleve al extremo de cambiar la cesta con dulces típicos de Navidad por un arma para cada uno de sus empleados es algo inédito. Los trabajadores están encantados con su regalo y las redes sociales estallan de júbilo, añade el despacho noticioso.
Como vemos, hay excesos y superexcesos, y este último puede reflejar, al igual que el consumismo, lo alejada que está la celebración de la Navidad de su verdadero sentido, el cristiano y el humano. Es lamentable que una tradición cristiana como esta se haya deformado y haga peligrar los valores y las sociedades mismas.
¿Qué cree usted? Lo invito a celebrar, pero no a competir con excesos que en todos los casos son nocivos y anticristianos.
EN CONTEXTO
- Navidad es un término de origen latino que significa nacimiento, y da nombre a la fiesta religiosa que se realiza con motivo de la llegada de Jesucristo al mundo.
- Actualmente, la Navidad se celebra en muchos lugares y de formas muy distintas. Pero en general, una de las deformaciones de la Navidad es el aumento desmedido del consumismo.
- El comercio ha distorsionado la Navidad, la ha diseñado como época de compras compulsivas.
- Valores como la solidaridad, la unión, el amor, la paz y la esperanza son más propios de la época de Navidad.
















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zelena dijo:
1
21 de diciembre de 2018
10:46:06
ana Respondió:
25 de diciembre de 2018
01:42:58
Migue dijo:
2
21 de diciembre de 2018
14:04:57
El Oriental dijo:
3
22 de diciembre de 2018
18:34:29
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