ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo de la Casa Memorial Salvador Allende Foto: Archivo
Foto: Archivo de la Casa Memorial Salvador Allende

Un hombre sale a su trabajo en la mañana. Sin embargo, su café no sabe tan dulce al ver un joven gritar su nombre y número de cédula mientras otros lo encapuchan y suben a la fuerza en un auto sin matrícula. Era una mañana aciaga en el Santiago de Chile en época de la dictadura militar. Era otra víctima de una larga lista. Y lo más vergonzoso, quizá su ejecutor aún hoy esté viviendo en el país sin que la justicia haya castigado sus crímenes.

De ese Chile marcado con los más feroces crímenes, tras el paso de la «dictadura a la democracia» todavía suman centenares o miles los hechos criminales sin desentrañar y por los cuales el pueblo clama por una justicia que no llega.

Y es que esta historia no está sacada de alguna novela de ficción, no fue una escena aislada en las ciudades chilenas luego del 11 de septiembre de 1973, cuando un ataque militar bombardeó el palacio presidencial de La Moneda, donde murió el presidente constitucional, Salvador Allende.

De esta manera quedaría derrocado el gobierno popular y se implantaba una dictadura militar que durante 17 años sumó víctimas e injusticias, muchas veces pasadas por alto o silenciadas en los medios de prensa. De muchos de los muertos y desaparecidos todavía hoy no se conoce su destino como tampoco alguna «condena real» para sus ejecutores.  

En este contexto, nacieron varias organizaciones que aunaban esfuerzos en defensa de quienes a diario eran víctimas de la represión más feroz que recuerde esa nación. Una de ellas, la Vicaría de la Solidaridad, contribuyó desde que naciera en enero de 1976, con asistencia jurídica, económica, técnica y espiritual a las víctimas y sus familiares.

La prensa de aquellos años en la región destaca su labor en la ayuda jurídica y laboral, a campesinos y otros sectores poblacionales. Además, durante la dictadura fomentó la atención a comedores y centros infantiles, entre otros.

Los datos oficiales de la página Memoria Chile demuestran que anualmente (de 1976 a 1992) alrededor de 91 973 personas solicitaron asesoría o apoyo, y 10 933 pedían asistencia judicial en la institución solidaria.

Las personas que buscaban respuestas ante las desapariciones de familiares o amigos, acudían en primer lugar a la policía, si ahí no encontraban indicios iban a la Vicaría, donde los integrantes de este organismo: abogados y trabajadores sociales, investigaban la mejor manera de proceder.

Eran tiempos en los que en Chile los represores actuaban con absoluta impunidad, mientras un sector revolucionario se organizaba y combatía al régimen opresor y, desgraciadamente, algunas agrupaciones políticas dedicaban más tiempo en discusiones estériles sobre la forma de lucha, que a organizar al pueblo para enfrentar unidos la misma.

Ulises Mitodio muestra, a través de imágenes, los lazos de amistad entre Cuba y Chile. Foto: Dunia Álvarez Palacios

Para Ulises Mitodio, periodista chileno e historiador de la Casa Memorial Salvador Allende, la Vicaría encaminó 1 475 hábeas corpus ante los organismos competentes que los rechazaron con las argumentaciones más increíbles por parte de las autoridades, como la de que no conocían el paradero de esas personas, aunque existieran testigos que hacían constar que fueron secuestradas en plena calle.

Chile, sin lugar a duda, ha sido de los países donde con mayor crueldad actuó una dictadura militar, la de Augusto Pinochet, sus oficiales, el cuerpo de carabineros y otros servicios militares asesorados por la CIA.

De los miles de casos de violaciones de los derechos humanos contra las personas, se puede relatar el de Guillermo Hernán Bello Doren, quien fue secuestrado por desconocidos el martes 3 de mayo de 1977 y liberado 16 días después, luego de sufrir incomunicación y torturas.

Asimismo, el joven de solo 16 años Carlos Veloso Reidenbach fue detenido y torturado por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Luego fue apresado su padre, militante demócratacristiano y dirigente sindical.

Otro de los testimonios más desgarradores consultados es el de Otilia Vargas, una veterana luchadora de ese país sudamericano. Sus palabras se publicaron en la revista Mujeres, del año 1989: «En mi país hay 2 500 desaparecidos, centenares de compañeros que aún permanecen detenidos. Durante y después del plebiscito
asesinaron a muchos chilenos. Quiero que digas esto, para que no se olviden…», comentaba.

Pero no solo los ciudadanos chilenos y los trabajadores de instituciones sociales estaban en riesgo durante el gobierno de Pinochet. Un cable de Prensa Latina, del 17 de septiembre de 1986, refiere casos de activistas de la Comisión de Derechos Humanos  amenazados de muerte.

Las  cifras entre muertos, desaparecidos y torturados, son alarmantes. Pero lo que se puede contar ahora con palabras no recoge la desesperación de miles de madres, padres, hijos y otros familiares que en muchos casos, hasta el día de hoy, aún esperan respuestas de las autoridades sobre el destino final de quien fuera secuestrado en plena calle.

CUANDO LA RAZÓN NO ES SUFICIENTE

Luego de analizar documentos originales de ese tiempo, escaneados con el fin de mostrar la realidad chilena, se puede determinar que mientras Pinochet estuvo en el poder se vieron violentados y pisoteados los derechos humanos que un 10 de diciembre de 1948 se recogieran en la Declaración Universal.

Está comprobado que en Chile, el poder judicial, el cual tiene la misión de dirimir los conflictos de intereses en las bases de la sociedad, se encontró desnaturalizado por los intereses de sus integrantes y su dependencia del gobierno regente.

Todavía en 1985, el profesor del Colegio Latinoamericano, Manuel Guerrero y el miembro de la Vicaría de la Solidaridad, José Manuel Parada, fueron secuestrados a la vista de todos, en pleno día, y cinco jornadas después sus cuerpos fueron encontrados degollados en un camino vecinal, junto al del publicista Santiago Nattino Allende, detenido por carabineros el 27 de marzo en la noche.

No obstante, aún queda mucho por hacer para que esta desafortunada página de la historia no vuelva a repetirse. Actualmente, un gobierno neoliberal lidera esta nación sudamericana de la mano de Sebastián Piñera, amigo «carnal» de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro, una triada que no promete nada bueno, porque sobre América Latina vuelan tiempos del cóndor imperial.

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michael vazquez dijo:

1

14 de diciembre de 2018

00:33:53


Un articulo necesario.No tenemos derecho a olvidar. A nosotros nos sangra el corazon por esta herida a la condicion humana que no se cierra para que no se repita impunemente

Miguel Angel dijo:

2

14 de diciembre de 2018

08:29:48


El artículo expresa con crudeza meridiana la realidad de aquellos hechos, pendientes de justicia hasta nuestros días. Se pretende por los ideólogos de la derecha reaccionaria, liderada por el imperio yanqui, borrar la memoria histórica de los pueblos. Tristemente podemos observar como lo logran parcialmente, ejemplos hay suficientes: la Argentina de Macri, Colombia de Iván Duque, Chile de Sebastián Piñera y más reciente Brasil de Jair Bolsonaro y otros. Pero se impondrá la verdadera justicia de los pueblos, se buscarán y hallarán las respuestas a tantos atropellos, injusticias y crímenes cometidos por aquellas dictaduras sangrientas, con la impúdica anuencia y apoyo incondicional del miserable imperio, quien ahora pretende erigirse como acusador de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua por violadores de los ddhh en nuestras naciones. Cuánta felonía e impudicia.

JJ dijo:

3

14 de diciembre de 2018

08:56:55


gloria para los caidos en este periodo y recuerden que nadie se retira de la tierra sin antes pagar por susu faltas. pueda que la ley de los hombres no jusguen a estos servidires del crimen pero si el tiempo....y la justicia divina.