París, la urbe de los museos, de los teatros, de las grandes avenidas y bulevares, parece por estos días una ciudad fantasma, atrincherada y cerrada bajo llave por temor a nuevas jornadas de violencia con el anuncio de otra marcha de los chalecos amarillos hacia la capital parisina, e incluso a otras ciudades europeas, como ya sucedió en Bélgica, los Países Bajos y en el norte de España.
La policía en Bélgica, por ejemplo, lanzó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar una protesta de unos 400 sujetos, según la vocera policial Ilse Van de Keere. Los manifestantes en Bruselas exigieron la renuncia del primer ministro Charles Michel. Lanzaron piedras, carteles, fuegos artificiales y otros objetos contra los agentes policiales que protegían una zona de la capital donde están ubicadas las oficinas del primer ministro y otras dependencias oficiales.
Mientras que, en Oviedo (España), alrededor de una decena de hombres con la cara cubierta y el uniforme de los manifestantes franceses recorrieron las calles. De hecho, agentes confirmaron que el grupo destrozó basureros y mobiliario urbano, insultando a su paso a todo aquel que les recriminaba su actitud.
«Se escaparon corriendo tras llegar los policías y solo pudieron atrapar a uno, al que trasladaron a comisaría porque se negaba a identificarse. Seguramente se le acuse de desórdenes públicos», explicaron.
No obstante, la Policía Nacional ovetense aseguró que los alborotadores «no eran extranjeros», lo que implica que el ala más radical del movimiento surgido en Francia ya ha encontrado imitadores en otros países.
Precisamente, desde la nación ibérica, el analista Francisco José Saavedra se ha referido a las protestas que se han originado, una situación que podría agravarse, pues existe un descontento general por todo el Viejo Continente y los chalecos amarillos cuentan con más apoyo cada vez.
«Algo que me parece muy interesante es que este movimiento no está organizado ni por sindicatos ni por partidos políticos, es un movimiento transversal donde encontramos todo tipo de personas», apuntó Saavedra.
«Los ciudadanos europeos en cada nación que miremos se están viendo defraudados, por lo que les han prometido y lo que no les han dado», explicó.
¿QUIÉNES SON LOS CHALECOS AMARILLOS?
El movimiento de los chalecos amarillos nació en Francia al margen de los sindicatos y los partidos políticos.
Su detonante fue el alza de los precios del combustible, y su nombre hace referencia a las prendas fosforescentes que debe utilizar cualquier chofer en la nación gala para tener mayor visibilidad en caso de incidente en una carretera.
Respaldado principalmente por la población que vive en la periferia, provincias o zonas rurales, se ha convertido en una agrupación más amplia contra la política tributaria del Gobierno, la cual muchos consideran favorece a los más poderosos.
«Los chalecos amarillos emergieron en un momento en el que el sentimiento de injusticia fiscal es particularmente fuerte», comentó Alexis Spire, director de Investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica, institución de su tipo más importante en Francia.
«No se está cuestionando el impuesto en sí, sino la idea de que no está siendo repartido equitativamente», agregó Spire.
Además de protestar contra el alza de los carburantes, las reivindicaciones de algunos de los chalecos amarillos incluyen que se restablezca un impuesto a los más ricos, otros piden medidas para aumentar el poder adquisitivo y los más radicales: la renuncia de Emmanuel Macron, actual presidente francés.
Los chalecos amarillos se expresan por los demás y han puesto a la sociedad francesa en estado de convulsión por el cuestionamiento tan sorpresivo como radical de una línea política que acepta, y hasta bendice, la
desigualdad.
LO SOCIAL Y LO MEDIOAMBIENTAL
A pesar de que, según encuestas, la mayoría de los franceses apoya el movimiento, Macron ha anunciado que no renunciará a subir esta tasa (la del combustible) frente a la «alarma medioambiental».
«Fin del mundo o fin del mes, debemos tratar los dos», señaló el mandatario francés, haciendo hincapié en la necesidad de conciliar las exigencias sociales y la urgencia medioambiental.
No obstante, avisó que el impuesto a la gasolina y el diésel será adaptado en función de los cambios del precio del barril del petróleo. Concretamente, si el precio sube, el Gobierno podría decidir suspender o reducir este incremento. Pero, por el momento, este se mantiene según lo previsto y entrará en vigor próximamente.
Asimismo, notificó sobre una «gran consulta» acerca de «la transición ecológica y social», un paquete de medidas para alentar a los ciudadanos franceses a adoptar modos de vida y medios de transporte menos contaminantes, con la que justifica el alza de los combustibles.
¿HASTA CUÁNDO ACTUARÁN?
Un sondeo realizado recientemente mostró que alrededor del 70 % de los encuestados consideraba justificadas las protestas. Sin embargo, la caída de la participación en las manifestaciones sugiere que el movimiento de los chalecos amarillos está disminuyendo.
Al respecto, el científico y encuestador francés, Jérôme Sainte-Marie, quien se desempeña en la actualidad como presidente de PollingVox, una empresa de investigación y consultoría gala, advirtió que «el movimiento podría desaparecer por desgaste».
LA IMPOPULARIDAD DEL PRESIDENTE
Un sondeo realizado el pasado mes de octubre por el Instituto francés de Opinión Pública (IFOP) mostró que solo un 29 % de los franceses aprueba la gestión de su mandatario. Y no es de extrañar, ya que Emmanuel Macron llegó al poder hace dos años y desde entonces ha prometido sin cumplir, convirtiéndose poco a poco en aquello que criticaba.
En noviembre del 2016, Macron anunciaba su candidatura para las elecciones presidenciales de Francia de abril del 2017, cuya primera vuelta ganó con una votación cercana al 24 %.
El 7 de mayo de ese mismo año obtuvo la victoria en la segunda vuelta, frente a la líder ultraderechista del Frente Nacional, Marine Le Pen, un triunfo que para muchos le llegó por descarte, ya que los franceses no querían a una patriota extrema que defendiera todo lo francés frente a lo extranjero y, sobre todo, frente a los inmigrantes.
Ahora, el Presidente francés anunció esta semana que subirá en cien euros el salario mínimo y bajará impuestos a los pensionistas y a los trabajadores, en un discurso en el cual trató de responder a las demandas del movimiento de los chalecos amarillos. Macron reconoció que sus palabras «han herido a algunos» y consideró justificado el descontento generado por las protestas, por lo que anunció un «estado de emergencia económico y social» para hacerle frente a la convulsa situación que hoy vive su pueblo.
EN CONTEXTO:
- De acuerdo con la emisora Europe1, en Francia este 2018, el precio del combustible diésel aumentó un 23 % y el de la gasolina, un 15 %.
- A partir del 1ro. de enero del 2019, el precio de la gasolina en la nación francesa subirá 2,9 céntimos y el diésel, 6,5 céntimos el litro.
CHALECOS AMARILLOS EN FECHAS
2018
- 17 de noviembre comienzan en toda Francia las marchas contra el aumento de los precios del combustible.
- 24 de noviembre se produce una nueva movilización, la cual culmina también en violentos disturbios.
- 8 de diciembre tiene lugar, en París, una nueva jornada de protestas contra el actual Gobierno.
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Nellide bernardino dijo:
1
14 de diciembre de 2018
13:42:46
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