José María Aznar, expresidente del gobierno español, fue llamado a declarar ante la Comisión del Congreso que investiga las financiaciones ilícitas del Partido Popular durante los años en que este personaje ocupaba la presidencia del gobierno y del PP.
Pero no imaginó que allí le trajeran al recuerdo una de las páginas más oscuras de su vida: su apoyo a la guerra e invasión a Irak.
Esta vez, uno de los acusadores, el diputado Gabriel Rufián, del partido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), portando una camiseta con la foto de José Couso, el camarógrafo español asesinado en Bagdad por las tropas estadounidenses que invadieron a esa nación árabe en el año 2003, retó a Aznar a reconocer que fue –junto al mandatario norteamericano y el británico– uno de los tres componentes reunidos en Islas Azores para decidir la cruel agresión.
En el debate, Rufián le preguntó a Aznar «si duerme bien» después de haber promovido la guerra en Irak y seguidamente le expresó su deseo de que «algún día» sea juzgado por una Corte Internacional de Derechos Humanos.
Por cierto, Aznar acudió a Azores como mandatario de «segunda», pues ya Bush había decidido la invasión y ocupación de Irak y Tony Blair lo secundaba ciegamente. Parece que el jefe del gobierno español poco podía aportar a no ser su obsesión por posar ante las cámaras junto a Bush y cumplir con lo que este ordenara.
No solo involucró a su país en aquella contienda, sino que un español –en este caso el camarógrafo de prensa José Couso– resultó muerto por las balas asesinas de los invasores.
Recordemos que el pueblo español se opuso a la participación de su país en aquella aventura bélica, pero Aznar hizo caso omiso al reclamo popular. Para muchos, la participación española a instancias de Aznar en la agresión contra Irak, supuso un punto de inflexión que marcó la caída en picada del Partido Popular.
Desde entonces –y quizá desde mucho antes–, la corrupción se convirtió en un punto distintivo de la agrupación política, ahora sentada en el banquillo de los acusados del Congreso.
Cuando José María Aznar fue citado, prefirió lo que la prensa española ha calificado como «encender el ventilador», es decir, inculpar a otros, negar lo que a él se le acusa, y asumir la misma actitud arrogante que lo caracterizó cuando alguien le contradecía.
Aseguró que «no pediría perdón a nadie» y pasó a culpar al psoe de lo que se tramaba contra él.
Como parte de sus imputaciones irónicas contra el psoe dijo que esa agrupación «no vende bombas, sino láser de alta precisión», en una alusión bastante contradictoria, pero con la mirada cómplice de los diputados del PP.
De ahí saltó a criticar la decisión del Ejecutivo actual de exhumar el cadáver de Franco, tema «traído por los pelos», al parecer para desviar la atención sobre el punto central: la corrupción del PP.
El asunto de la boda de su hija, catalogada como «un cártel» con dinero de dudosa procedencia, también ocupó espacio y tiempo en el interrogatorio.















COMENTAR
jose dijo:
1
4 de octubre de 2018
05:11:00
Miguel Angel dijo:
2
4 de octubre de 2018
10:56:51
Alberto dijo:
3
4 de octubre de 2018
11:20:13
barbaro dijo:
4
4 de octubre de 2018
11:30:52
Andrachi dijo:
5
4 de octubre de 2018
11:46:07
Diego (España) dijo:
6
4 de octubre de 2018
12:58:46
Roberto dijo:
7
4 de octubre de 2018
16:07:06
gorka bengoetxea dijo:
8
4 de octubre de 2018
18:16:11
Responder comentario