BEIJING.–Estados Unidos parece quedarse cada vez más solo y sin aliados a nivel global. La actitud irreverente de su mandatario Donald Trump, y su política de «hacer a América grande otra vez» han terminado por convertir al país en un ente aislado.
Los ataques del magnate devenido en presidente no solo han sido hacia los ya convertidos en «enemigos históricos» –por decirlo de alguna forma– como Cuba y Venezuela, sino que ha arremetido indistintamente contra Canadá, Alemania o Francia.
Algunos de los episodios más sonados durante el año y medio de gestión de esta administración en Washington han sido las declaraciones de Trump sobre la construcción de un muro en la frontera con México (y con dicho país corriendo con los gastos), el entramado de los supuestos «ataques» sónicos –nunca corroborados– sufridos por personal diplomático estadounidense en suelo cubano; y más recientemente el retiro de su firma de la declaración final de la cumbre del G-7, celebrada en Canadá, con comentarios dirigidos al primer ministro Justin Trudeau, a quien calificó como «deshonesto y débil».
En su lista de «objetivos», EE. UU. también tiene a China, país al cual le impuso una serie de aranceles, a pesar de que hace poco tiempo ambos mantuvieron una serie de negociaciones al más alto nivel para tratar de minimizar sus «grandes diferencias» en materia económica.
Antes de realizarse los mencionados diálogos, la agencia de noticias del gigante asiático publicó que «las dos partes acordaron que una relación comercial estable y sólida es crucial para ambas naciones, y que están comprometidas a resolver sus relevantes problemas económicos y comerciales a través del diálogo y la consulta».
Pero Washington continúa demostrando que el diálogo no es su piedra angular, y bajo el pretexto de «robo de propiedad intelectual» anunció la imposición de aranceles del 25 % a una lista de productos chinos por valor de aproximadamente 50 000 millones de dólares, que entrarían en vigor este 6 de julio.
Trump aseguró que el país norteamericano «no puede tolerar la pérdida de nuestra tecnología y propiedad intelectual a través de injustas prácticas económicas».
El anuncio vino acompañado por una advertencia: si la nación del Oriente asiático impone restricciones comerciales, serán impuestos más aranceles.
Sin embargo, esto no es más que un ataque frontal contra China, que a través de un comunicado de su cancillería consideró que Estados Unidos dañó los intereses bilaterales, mostró cambios repentinos y desató una «guerra comercial».
«China no quiere una guerra comercial. Sin embargo, al ser confrontados con este acto miope que daña a EE. UU. y a otros, China se ha quedado sin otra opción que combatir enérgicamente, para defender los intereses de la nación y su gente», se afirma en dicho documento.
Fue por ello que el gobierno de Xi Jinping anunció aranceles sobre importaciones de 659 bienes estadounidenses, cuyo valor asciende a 50 000 millones de dólares.
En un primer momento -a partir de este 6 de julio- se aplicarán gravámenes a 545 productos, por un valor de alrededor de 34 000 millones de dólares, mientras que en un segundo momento aún desconocido, entrarán en vigor el resto de los aranceles.
Al hacer referencia al tema, Zhao Kun, directora de división del departamento de Economía Nacional de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma del gigante asiático (CNDR), afirmó, en conversación con periodistas latinoamericanos, que su país no quiere una batalla de ese tipo, pero «no le tenemos miedo, ante cualquier decisión vendrá un “contrataque” del mismo nivel».
Zhao apuntó que China aboga por la globalización comercial, y que el proteccionismo es una espada de doble filo que al final también terminará perjudicando los intereses estadounidenses.
Para la funcionaria de la CNDR, en su país habrá efectos por el momento, pero a largo plazo la economía nacional logrará mantenerse gracias a un motor de desarrollo que es el consumo interno. «Tenemos mucha confianza en el desarrollo de nuestro país y somos optimistas en eso», sentenció.
¿POR QUÉ ARANCELES A ESOS PRODUCTOS?
El gigante asiático lanzó hace pocos años su plan «Made in China 2025», el cual pretende convertir a la nación en un líder tecnológico a escala global, compitiendo con potencias como EE. UU. Alemania o Japón.
Algunos de los logros del mismo, hasta el momento, son el primer avión de pasajeros fabricado en casa (el c919); o su primer tren bala.
Esa supone una de las razones de mayor peso por las que el gobierno de Trump decidió apuntar con aranceles a industrias como la robótica, la aeroespacial y la automovilística. Por otra parte, bienes como los teléfonos móviles y televisiones, no fueron golpeados, al menos por ahora.
EN CONTEXTO:
A mediados de mayo, las delegaciones comerciales de China y Estados Unidos mantuvieron consultas en Washington, las cuales finalizaron en una declaración conjunta, que contempló reducir el déficit de la balanza del país norteamericano con el asiático, aumentando las exportaciones del primero hacia el segundo. Sin embargo, días después Trump adelantó la posibilidad de imposición de aranceles, que fueron confirmados el 15 de junio.
DATOS DE INTERÉS
- China es la segunda economía global por el volumen de su pib: (11 billones de dólares, el 14,8 % del pib mundial), por detrás de Estados Unidos.
- El comercio representa el 37 % del pib de China (2016).
- Principales socios comerciales: países del sudeste asiático, Estados Unidos y la Unión Europea.
- El sector de servicios es el que más contribuye a su economía.
- Es el mayor comerciante de bienes del mundo.
- Más de 97 millones de turistas chinos viajaron alrededor del mundo en el 2017.

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Carlos Alberto dijo:
1
6 de julio de 2018
07:13:03
Arami FG dijo:
2
6 de julio de 2018
11:31:01
Nidjade Moubarack Respondió:
9 de julio de 2018
12:50:36
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