ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: AP

Ivanka Trump y su esposo Jared Kushner eran los enviados especiales del magnate presidente para descorrer las cortinas de la nueva embajada estadounidense en Jerusalén, detonante de repulsa global y de un baño de sangre premeditado, anunciado y detalladamente concebido por el ejército y gobierno israelíes desde el mes de marzo, con el consentimiento y complicidad de la Casa Blanca.

De víctimas del holocausto a victimarios de una nueva cacería humana, no por repetida menos cruel y repudiada, que provocaba el escándalo planetario a escasos 40 kilómetros de la cacareada celebración.

Mientras los lentes de cientos de reporteros captaban el último vestido de Ivanka, cientos de francotiradores israelíes disparaban a matar no contra animales salvajes de gran tamaño, como suelen ser los safaris, sino contra civiles desarmados cuando se manifestaban en la Franja de Gaza, reclamando la tierra arrebatada.

De un lado de la valla que separa Israel de la Franja de Gaza, miles de manifestantes palestinos. Del otro, las fuerzas armadas sionistas. Y entre los efectivos desplegados, cientos de francotiradores, según narran testigos presenciales.

Las protestas a lo largo de la frontera derivaron el lunes 14 de mayo en el mayor baño de sangre en Gaza en un solo día desde la guerra del 2014. Más de 58 palestinos murieron a manos del ejército israelí y 1 350 resultaron heridos de bala, según las autoridades palestinas, aunque las cifras continuaron aumentando en días posteriores.

A finales de marzo el anfitrión de Ivanka y Jared, el primer ministro Benjamin Netanyahu, había dado órdenes al ejército israelí de desplegar más de cien francotiradores en diferentes localizaciones de la frontera, muchos de ellos procedentes de unidades especiales, y estableció un área de no acceso para los palestinos en la zona adyacente a la valla en la Franja de Gaza.

El despliegue de tropas y francotiradores se incrementó en los últimos días, tanto en los límites con Gaza como con Cisjordania ante el incremento de las protestas.

Sin miramientos y con la mayor impunidad del mundo, el jefe del estado mayor del ejército israelí, Gadi Eizenkot, decía abiertamente que las fuerzas de Israel contaban con la autorización de abrir fuego real para evitar que los palestinos cruzasen la valla fronteriza. Dentro de esa estrategia, el uso de francotiradores se convirtió en uno de los elementos más controversiales y mortíferos.

Preguntado por la británica bbc acerca de ¿qué reglas siguen estos efectivos a la hora de intervenir y hasta qué punto cumplen con el derecho internacional?, Michael Sfar, abogado israelí especializado en derechos humanos, respondió: «Lo que sabemos sobre esas normas lo conocemos a través de declaraciones públicas, entrevistas concedidas por generales y voceros del Ministerio de Defensa. Y también al observar lo que sucede sobre el terreno».

«Y lo que sabemos es que bajo ciertas circunstancias, las normas –israelíes– para abrir fuego permiten atacar a civiles desarmados que no suponen un peligro inminente para la vida de otras personas. Permiten atacar a lo que el ejército denomina agitadores centrales o principales con munición real», sostuvo.

Agrega el medio del Reino Unido que la organización a la que representa Sfar, Yesh Din, presentó al día siguiente de la matanza, junto a otros grupos por la defensa de los derechos humanos, una petición ante la Corte Suprema de Israel para que tome medidas condicionales contra estas prácticas violatorias por el ejército.

Disparar a matar contra seres humanos es una licencia, un privilegio, casi un entretenimiento para el ejército israelí, que cuenta con la «bendición» de la administración de Donald Trump y el veto de EE. UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU ante cualquier intento de la comunidad internacional por emprender acciones concretas contra el genocidio, del que Washington no solo es cómplice, sino promotor.

No obstante, aunque votó en contra, el Gobierno norteamericano no pudo impedir que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, Suiza, realizara el viernes 18 de mayo una enérgica condena por los crímenes israelíes. Coincidentemente, televisoras y sitios digitales internacionales mostraron imágenes ese propio día de los francotiradores y otros soldados sionistas sonrientes y bromistas en sus trincheras después del «safari» y de la condena, confiados en su «licencia» para matar.

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Eusebio dijo:

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30 de mayo de 2018

11:06:10


Los judíos fueron las principales víctimas del holocausto pero desde ese momento para acá, después del ejército estadounidense, los sionistas son los más asesinos en esta tierra. Si las Naciones Unidas nada pueden contra ellos, si no pueden parar las masacres, para que sirven las Naciones Unidas. El dinero que se gasta en representaciones y aportes debía invertirse en algo más provechoso.