
Damasco, la capital siria, como otras urbes de ese país, donde se reconoce la cultura milenaria con varios sitios Patrimonio de la Humanidad, ha visto marchitar su belleza y la vida activa de más de 16 millones de habitantes, mientras alrededor de 366 000 de sus hijos han muerto; tres millones han emigrado y otros seis millones se han desplazado dentro del país.
Todo este recuento inconcluso de siete años de guerra es la expresión más elocuente de la exacerbación de conflictos étnicos y la presencia de intereses geopolíticos occidentales empeñados en derribar gobiernos democráticos y apoderarse de recursos energéticos en toda la región del Oriente Medio.
Una comparación de la Siria de hace siete años y la de hoy se puede hacer en el tema de la salud pública. El país exportaba medicamentos a más de 54 países y cubría el 90 % del mercado interno, pero la producción retrocedió un 70 % después de la destrucción de 40 fábricas de medicamentos por las bandas terroristas, además de la salida de servicio de 38 hospitales por las mismas causas.
El antes, en Siria, es de los tiempos en que más de 4 246 000 alumnos asistían cotidianamente a las aulas y se formaban en diversas profesiones con absoluta garantía. El hoy, es de más de 5 000 centros escolares destruidos o afectados por la guerra, más de 850 alumnos y profesores han muerto y se cuentan por cientos de miles los que han tenido que abandonar las aulas y salir de la comarca o del país para poder escapar de la muerte.
En los ataques contra el patrimonio cultural vale destacar el salvaje crimen de que fue objeto el director del Museo de Palmira, Khaleed Al Asaad a manos de la organización Daesh, pues no quiso entregar los mapas y los lugares donde estaban los objetos. Esa propia organización destruyó los teatros arqueológicos, las estatuas que datan de hace miles de años, y robó y saqueó sitios de incalculable valor.

La destrucción en la ciudad de Afrin, al norte de Alepo, del sitio Marmaron, se considera expresión clara del más abominable crimen contra los símbolos de una civilización milenaria.
En términos económicos se estima que las pérdidas provocadas a Siria por las acciones terroristas superan los 200 000 millones de dólares.
De acuerdo con diversas fuentes periodísticas, en la actualidad casi la mitad de la población siria vive en la pobreza, mientras el desempleo llegó a alcanzar hasta un 48 %, muy superior al 8 % que existía antes del 2011.
Según datos de Naciones Unidas, Siria ha perdido el 15 % de su población y la esperanza de vida ha caído 20 años. De los 75,9 años de esperanza de vida en el 2010 se ha pasado a 55,7 años en la actualidad.
La Unicef por su parte ha reportado que uno de cada tres niños no conoce más que el ruido de los fusiles. Más del 80 % de la población infantil siria está afectada por el conflicto, tanto dentro como fuera del país. Más de dos millones de niños no van a la escuela.
Estos datos, aportados por instituciones internacionales y reportes de prensa, no son más que una parte de una verdad mayor: Estados Unidos y sus aliados se han lanzado con todo contra Siria, transformando en solo seis años la verdad de un país lleno de vida y esperanza en una nación llena de luto por los hijos perdidos.
Pero Siria y su pueblo se han propuesto, no solo ganar la guerra como lo han hecho, sino reconstruir el país y hacerlo próspero sin olvidar ni una sola piedra de los patrimonios destruidos, que constituyen la historia misma de una civilización rica en cultura y firme, para levantarse y seguir andando.





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Adrián Cam dijo:
1
27 de abril de 2018
08:55:35
Pedro R.Castro Respondió:
27 de abril de 2018
14:18:30
Miguel Angel dijo:
2
27 de abril de 2018
10:20:16
Juan Respondió:
29 de abril de 2018
19:10:55
felix andres reyes dijo:
3
27 de abril de 2018
12:36:08
israel dijo:
4
27 de abril de 2018
13:05:27
ANTONIO dijo:
5
27 de abril de 2018
13:53:50
Luis Toledo Sande dijo:
6
2 de septiembre de 2018
18:23:09
elisa dijo:
7
2 de febrero de 2019
14:28:37
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