
Las últimas noticias llegadas desde la Península Coreana son, cuando menos, halagüeñas. Después de un año de grandes tensiones entre la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Corea del Sur y Estados Unidos, que llevó a muchos a pensar en la posibilidad de una guerra, se han sucedido una serie de acontecimientos que invitan a pensar en un progreso en la solución del conflicto.
El deshielo inicial se materializó en los Juegos Olímpicos de Invierno, ya rebautizados como los «Juegos de la Paz», cuando las dos Coreas decidieron desfilar de manera conjunta y bajo la bandera de reunificación, en PyeongChang, la ciudad sede. Poco antes, Seúl y Pyongyang había celebrado el primer diálogo intercoreano en dos años, reactivaron un canal de comunicación y reabrieron una línea militar directa interrumpida en el 2016.
Pero esas acciones, mayormente simbólicas, dieron paso a lo verdaderamente trascendental y la semana pasada, con menos de dos días de diferencia, conocimos que el líder y presidente de la RPDC, Kim Jong-un, se reunirá este mes con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, y en mayo próximo con el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, si se mantienen los planes.
Aunque anteriores intentos de diálogos entre esa tríada de naciones concluyeron sin resultados, los gestos recientes abrieron una nueva ruta, aparentemente diplomática, para la solución del conflicto en la convulsa península coreana.
EN IGUALDAD DE CONDICIONES
Cuando preguntaron sobre las razones de este nuevo tono conciliatorio de las relaciones intercoreanas, Donald Tump se apresuró a atribuirse el crédito. «Las sanciones contra la RPDC han tenido mucho impacto», dijo el inquilino del Despacho Oval.
Sin embargo, no pocos discrepan del empresario presidente y aunque las sanciones impuestas por Washington y el Consejo de Seguridad de la ONU sí representan un obstáculo para la RPDC y su desarrollo, el paso de los años ha demostrado que esas medidas punitivas han fracasado en su afán por hacerlos sentar a la mesa, por lo que esa no parece ser la razón principal de su disposición al diálogo.
Por otro lado hay que comprender que Corea del Norte también aspira a la paz y a la reunificación. Pyongyang quiere sustituir el armisticio del 27 de julio de 1953 por un tratado de paz que le permita establecer relaciones económicas, políticas y diplomáticas con sus vecinos del sur.
La paz y la desnuclearización de la península serán temas seguros en una futura mesa de conversaciones. Los norcoreanos expresaron disposición a renunciar a su avanzado programa nuclear, que aseguran tiene fines defensivos, pero a cambio han planteado el cese de la «política hostil» de Washington, así como plenas garantías para mantener la estabilidad del país.
Otro de los factores claves en el nuevo momento es el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, que llegó al ejecutivo el año pasado con el anhelo de convertirse en una figura unificadora en un país con cicatrices políticas.
El dignatario basó su campaña presidencial en el acercamiento con el Norte y su inminente reunión con Kim Jong-un confirma las intenciones de ofrecer una alternativa al conflicto.
La gestión de Moon, que llegó al poder después que los escándalos de corrupción arruinaron la administración de su predecesora, Park Geun-hye y la llevaron a la cárcel, no ha estado exenta de críticas. Sus rivales más conservadores exigen una retórica dura sobre el tema, pero Moon se ha mantenido en sus posiciones sobre el diálogo con la intención de llevar a buen puerto su misión de destruir todas las armas nucleares en la península.
CARA A CARA
Aunque los dirigente de la RPDC no han confirmado de manera oficial el encuentro de Kim Jong-un con Donald Trump, fue precisamente el líder coreano quien primero extendió la rama de olivo al comunicar a una delegación surcoreana de alto nivel que visitó Pyongyang su disposición de verse cara a cara con el magnate estadounidense.
Aunque todavía está por verse cómo termina esta posible cumbre presidencial, el solo hecho de celebrarse ya representa un importante paso de avance en la historia de tensión y desencuentros de ambas naciones.
Más de 50 años de una postura agresiva han fracasado y ahora la vía diplomática parece ser la más adecuada.
Si bien la historia pasada de intentos de diálogo entre esas naciones no ofrece muchas esperanzas, nunca antes en la historia un Presidente de Estados Unidos se ha reunido con su homólogo de la RPDC, una variable no solo novedosa, sino determinante para la negociación.















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Gerardo dijo:
1
15 de marzo de 2018
22:45:21
Jose R Oro dijo:
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15 de marzo de 2018
23:45:42
Miguel Angel dijo:
3
16 de marzo de 2018
03:22:16
Rendón dijo:
4
16 de marzo de 2018
09:48:52
Maykel dijo:
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16 de marzo de 2018
13:26:22
YLS dijo:
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16 de marzo de 2018
13:27:13
Jose R Oro dijo:
7
16 de marzo de 2018
14:49:21
freddy montes dijo:
8
17 de marzo de 2018
09:27:02
Carlos Alberto dijo:
9
18 de marzo de 2018
02:31:21
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